Nuevo Futuro 2019. 2º parte. Las reuniones civilizadas, el origen del origen y la conquista del mundo.

«Music is the wine that fills the cup of silence» – Ropert Fripp compositor, productor y guitarrista del grupo Kim Crimson. La música es el vino que llena la copa del silencio.

“I feel that the essence of dance is the expression of men; the landscape of his soul. I hope that every dance I do reveals something of myself or some wonderful thing a human can be.Martha Graham, bailarina y coreógrafa de influencia mundial. Siento que la esencia de la danza es la expresión del hombre, el paisaje de su alma. Espero que cada danza que bailo revele algo de mi o alguna cosa maravillosa de lo que un humano puede ser.

“Every portrait that is painted with feeling is a portrait of the artist, not of the sitter.” El retrato de Dorian Grey, mi libro, escrito por el maestro Oscar Wilde. Cada retrato que es pintado con sentimiento es un retrato del artistas, no del modelo.

De momento las cosas van bien. Mi baile ha sido un churro (ya es oficial), pero el resto de las actuaciones están siendo brillantes. Los artistas ya han pintado dos terceras partes del mural, las chicas de la música siguen enamorándonos a todos con su sencilla elegancia y mis amigos, todos, corren para servir vino y comida a los invitados. Nuestro retratista va pintando retratos y el chico del sonido, ajeno al bullicio, pone canciones sin parar.

Llega el momento más importante de la noche. La presidenta de la ONG Nuevo Futuro se dirige al público para explicarles qué es y cómo está Nuevo Futuro. También da las gracias, sin el público no existe nada de esto.

Se hace el silencio. Inesperadamente las luces se apagan, salgo al medio del escenario e invito a la presidenta a bailar un pasodoble. Hace unos días, preparando el espectáculo, convencí a los artistas de una idea; había que sacar a bailar a la presidente, de traje. Mi idea era reírme un rato con la vergüenza de mis tímidos amigos. Algo de justicia divina habría cuando sorteamos quien sería el encargado de sacarla a bailar, perdí yo. Mientra habla me pongo el traje y espero que acabe su discurso para pagar mi apuesta. Espero a que termine, cojo el micrófono y digo:

Terroa- Voy a sacar a bailar a la chica más guapa de la fiesta.

Y me pongo a bailar con ella.

El resto de artistas también se ponen elegantes y sacan a bailar a otras señoras participantes del evento. Fue divertido.

Servimos el tercer vino, me toca hablar de nuevo.

La popularización del vino en el mundo griego.

Todos los que estamos aquí, todos nosotros, somos romanos que pensamos como griegos. Los habitantes de las antiguas ciudades griegas inventaron una nueva forma de pensar. Su sistema consistía en contrastar ideas sometiéndolas a debate. Al contrastar ideas políticas tenemos la democracia, si son ideas sobre la naturaleza y la experimentación el método científico, etc. Es nuestra forma de pensar, somos griegos con un móvil en el bolsillo.

La nueva forma de concebir el mundo les hacía sentirse superiores. La palabra bárbaro es de origen griego y significa, literalmente, “los que balbucean”, haciendo referencia al lenguaje incomprensible de los extranjeros. Curiosamente, los bárbaros bebían cerveza. Beber vino era de pueblos civilizados. El vino se popularizó rápidamente en todos los estratos sociales. Al fin y al cabo, Grecia tiene el clima idóneo para el cultivo de la vid. Sin embargo había una gran diferencia; las clases menos favorecidas consumían vino de peor calidad. Las élites, el pequeño grupo de personas que acaparaban la mayoría de los recursos, empezaron a consumir vinos de mayor calidad, procedentes de lugares prestigiosos y con años de añejamiento. Estos vinos, procedentes de lugares más alejados, a los que había que sumarles el coste de almacenamiento, eran caros, y solo estaban al alcance de unos pocos. Había nacido el concepto de origen (hoy lo llamamos denominación) y de crianza.

También la forma de consumo los diferenciaba de los bárbaros. El vino raramente se consumía puro, sin mezclar, no como los pueblos de fuera. Las reuniones donde se bebía el vino se llamaban “symposion”, literalmente, reunión de bebedores. El anfitrión o simposiarca, decidía la mezcla del vino, generalmente con agua de mar. La razón era evitar que los invitados ingirieran mucho alcohol y la fiesta degenerara en un debate de borrachos. La mezcla normal solía empazar 2/1 (dos partes de agua de mar y una de vino) y seguía 3/1, 5/2, etc. El objetivo era mantener el estado de euforia sin caer en el barbarismo. El vino se mezclaba en un gran cuenco de barro, deliciosamente decorado, llamado crátera. Los sirvientes cogían el vino de la vasija con jarras y lo distribuían a los invitados. Al acabarse volvía a rellenarse con la proporción designada por el anfitrión. Durante las reuniones hablaban de poesía, política, deporte… Había música y bailarines. Por lo general acompañado con algo de comer. Todo muy civilizado. Hoy llamamos simposio a una reunión donde se intercambian, de forma ordenada, opiniones diversas sobre un tema en concreto. Antes de empezar, rezaban una pequeña oración, levantaban la copa (en realidad era un recipiente en forma de cuenco con asas llamado Kylix) y vertían vino sobre el suelo en señal de ofrenda. Es el origen de nuestro brindis. Uno de los mejores libros para entender un simposio griego es El Banquete de Platón.

La liturgia del vino, estratificado en clases sociales, consumido en compañía, pieza importante de todas las celebraciones, incluidas las religiosas, quedó instaurada. Muy poco ha cambiado hasta nuestros días.

Sin embargo, debemos comprender que algunas veces “la fiesta se les iba de las manos”. El consumo de alcohol algunas veces conducía a conductas algo más exóticas. Se puso muy de moda un juego llamado “Kottabos”. El juego consistía en tirar las últimas gotas de vino sobre una persona, tirar un plato en equilibrio o en intentar hundir un pequeño objeto flotante. Fue tan popular que algunas habitaciones se diseñaron exclusivamente para el juego y los ancianos, preocupados, se preguntaban si la juventud no estaba degenerando, dedicando tanto tiempo a un juego, en vez de dedicarse al deporte o al arte.

Veremos como acaba nuestra reunión.

Vuelve la música. Los artistas acaban el mural, en el tiempo previsto. El tiempo vuela. Llega la noche y nos tenemos que preparar para el fin de fiesta.

La última actuación de baile es espectacular. Rocío Díez, una bailarina de danza urbana, despliega su talento encima del escenario, mientras la música se cuela por los rincones del antiguo edificio. Los artistas han ubicado cerca del escenario una cámara que recoge los movimientos de Rocío, los elabora, y proyecta una imagen especular que reproduce con fidelidad los movimientos de la bailarina. Rocío esta bailando con una imagen de luz. Es impresionante.

Al acabar servimos el último vino. Mi última intervención antes de la despedida.

Una de romanos.

Los romanos eran agricultores, hombres orgullosos y prácticos. Heredaron la forma de pensar griega y, la conjunción de ambas virtudes, forma de pensar griega y de actuar romana, les llevaron a conquistar el mundo. Donde llegaban instauraban sus leyes, enseñaban su lengua, compartían sus costumbres y, en definitiva, civilizaban las tierras de los bárbaros. Y plantaban viñas. En la visita al museo hemos visto que los habitantes de la península, antes de la colonización romana, bebían cerveza. Cuando llegaron los romanos las costumbres cambiaron y empezó el consumo de vino. El viñedo marcaba, más que las barreras física, los límites del imperio romano.

El consumo de vino era consustancial a la vida de los romanos, siendo indispensable en los banquetes, celebraciones y festejos religiosos. El dios del vino era Baco, nombre romano del dios griego Dionisio. Todas las clases sociales tenían acceso a la divina bebida, pero con diferencias mucho más notables que en las ciudades griegas.

Las clases más altas, emperadores, altos cargos y los nobles ricos, bebían vinos fabulosos (muy caros). El más famoso de todos, la élite, el vino mítico que ha trascendido los milenios y es el más famoso de la historia era el falerno, procedente de la colina del mismo nombre, en Campania. Hoy el monte se conoce como Monte Massico y es intrascendente para la producción de vino. Sin embargo en aquel tiempo, lo romanos elaboraban un vino eterno, que necesitaba décadas para madurar, y que era consumido, en sus grandes añadas, con más de cien años de vejez. La colina estaba dividida en tres partes, siendo la más prestigiosa la de media montaña. En mi opinión, Falerno es la primera denominación de origen de la historia. Es muy probable que hubiera regulaciones de procedencia anteriores, posiblemente griegas, pero el prestigio del gran vino de Falerno lo convierte, por derecho, en el primer vino con origen protegido. El vino se tomaba mezclado con agua, generalmente de mar, y el el caso de los más ricos, con nieve de las montañas. Era normal añadir especias tostadas y otros aderezos, como la miel.

Las clases más bajas consumían vinos de menos prestigio. Si alguien de menos alcurnia era invitado a una gran fiesta, le ponían en el sitio de sus iguales, separado de los más ricos, y el vino servido era de peor calidad. A cada clase le correspondía un tipo de vino. Los soldados tenían su ración diaria de vino, el “posca”. Era un vino de pocos grados, generalmente avinagrado. La función era refrescar y eliminar los gérmenes del agua. Ahora podemos entender otra pequeña historia; cuando Cristo en la cruz pidió agua, el centurión no fue corriendo a la tienda de ultramarinos más cercana a comprar vinagre. Simplemente se apiado del pobre hombre torturado y le dio agua directamente de su cantimplora. Los esclavos también tenían su propio vino, el “lora”, elaborado con agua mezclada con los hollejos y las pepitas. Me imagino que muy bueno no estaba.

Los romanos llevaron el vino a todo el mundo conocido e instauraron la forma de consumo actual, con las clases altas pagando pequeñas fortunas por una botella y las clases más bajas vino más asequible. Si un romano viajara en el tiempo y se uniera a nuestra fiesta no se sentiría un extraño.

Ahora voy a recuperar una costumbre de hace 2.000 años. Me quedan unas gotas de vino en el baso y mis amigos artistas han pintado un planeta, en la parte alta del mural. Es parecido a una diana. Voy a apuntar e intentar acertar con mi vino. Siento decirles que yo soy el único que lo voy a hacer.

Me separo todo decidido, apunto con todo cuidado, y miro alrededor, a ver el efecto de mi hazaña. Tengo a mi lado a la conservadora del museo. Sonríe pero creo que está aterrada. Disparo. No haber entrenado antes y ciertas disfunciones de la edad hacen que yerre le tiro, y todo el vino va a una columna del viejo museo. Miro, aterrado yo también, a la conservadora y le digo que era vino blanco, que no deja mancha, mientras ella corre a ver los daños.

En la parte de arriba hay un pequeño planeta. Es lo que utilice para el Kottabos.

Gracias a Dios, me salva la música (y el rígido horario de las actuaciones). Los artistas han escaneado el cuadro y van a proyectar sobre el. El cuarteto empieza a tocar mientras el dibujo toma vida. La emoción se agarra a la garganta y sentimos que estamos viviendo un momento único. El instante se detiene, el tiempo se paraliza y la belleza nos rodea en un instante eterno. La música termina, el público, y todos los participantes, aplaudimos con admiración.

Ha llegado el momento de la despedida. Doy las gracias a todos, les emplazo para el año próximo y empezamos a hacernos fotos todos los participantes del evento; el trabajo está hecho. Estamos felices.

Empezamos a recoger. Salimos del museo y alguien, uno de nosotros, probablemente yo -no sé que vamos a hacer el año que viene para superar esto. A lo que uno de los artistas responde -yo he pensado que podemos hacer un…

Grupos de danza:

Academia de Baile Scherezade.

Deep Mind

Rocío Díez Pérez

Música:

Cuarteto de cuerda Staccato.

Strawberry Studios. Sonido, música y videomaping.

Artistas.

Sergare. Mural y videomaping.

Capitan Flint (Hugo).

Vinos y Cervezas:

Cerveza Dolina; rubia y tostada.

Martín Berdugo Rosado 2018.

Abadía de San Quirce crianza 2016.

Casajús crianza 2015.

Talla de Diamante, semi dulce.

Resto de información de participantes pinche aquí.

TERROARISTA (Y EL RESTO DE COLABORADORES, SIN LOS CUALES YO NO SOY NADA).