Josep Grau, viticultor en Montsant.
“The food we were given was no more than eatable, but the patron was not mean about drink; he allowed us two litres of wine a day each, knowing that if a plongeur is not given two litres he will steal three.”George Orwell, un gigante. La comida que nos daba solo era comestible, pero con respecto a la bebida el jefe no era malo; nos permit dos litros de vino al día a cada uno, sabiendo que si al que lava los platos no le das dos litros, roba tres.
«La historia de mi viñedo es la historia del viñedo catalán”, me dijo un viticultor cuando estaba visitando su bodega en la Conca del Barbera. “Tengo variedades ancestrales que plantaron mis abuelos, Sumoll y Trepat, variedades internacionales que se pusieron de moda plantadas por mis padres, Cabernet, Merlot, algo de Chardonnay, y Garnacha y Cariñena plantadas por mí”.
La expansión del viñedo catalán coincide con la reconquista y, sobre todo, con la llegada de los monjes franceses y la fundación de monasterios en todo el territorio durante la Edad Media. Los monjes no solo trajeron técnicas de cultivo, que modernizaron y ampliaron las zonas de cultivo aprovechando terrenos muy pobres, no aptos para otro tipo de cultivo, y de zonas montañosas, sino que supuso también una mejora en el comercio, utilizando los excedentes de producción como bien de intercambio, y una forma diferente de gestionar la tierra, pudiendo los agricultores locales alquilar la tierra y pagar un porcentaje de la producción. Es interesante constatar que todas las denominaciones de origen actuales tienen su “origen” en los lugares donde se emplazaron los monasterios medievales. Poca duda cabe que aquellos monjes elegían los lugares ideales para el cultivo de la vid.
El crecimiento del viñedo catalán durante los siguientes siglos es imparable, llegando en los siglos XVIII y XIX a ser la actividad económica más importante de Cataluña. Varios factores impulsaron la colonización del viñedo de casi todo el terreno cultivable. La vid era muy rentable, pues el precio del vino y de su destilado, el aguardiente, era superior al de otros productos agrícolas, aportando un mayor valor añadido. La mejora en los medios de transportes permitió vender la producción fuera de Cataluña, por tierra con en el resto del territorio español y Europa. Pero muy especialmente con América, aprovechando la cercanía de los puestos marítimos. El beneficio generado por el comercio de productos de la vid se empleó en el desarrollo industrial de Barcelona, convirtiéndose en la ciudad de referencia española en desarrollo.
La desgracia vino de vuelta da América, con las grandes plagas de mildiu, oídio y, por encima de todo, la filoxera. La filoxera, la gran plaga que destruyo el viñedo francés, llego a Cataluña en 1879. De norte a sur aniquiló todo el viñedo catalán. La reconstrucción del viñedo fue difícil, por dos razones principales: la primera por que hacia falta una gran cantidad de dinero para arrancar y replantar el viñedo. La segunda por el conflicto heredado entre los arrendatarios, que querían seguir cultivando la tierra en la que (y de la cual) vivían, y por otro lado de los propietarios, que querían recuperar sus propiedades. Una forma muy extendida de renta de la tierra era la Rabassa Morta, mediante la cual se alquilaba un terreno por un periodo de tiempo, que concluía cuando un número determinado de vides morían. Los viticultores, cuando un vid se les moría, hacían un acodo con la vid más cercana. El acodo es coger una rama de una vid y enterrarla. En poco tiempo echa raíces y se convierte en un nuevo individuo. De esta forma el arrendatario podía mantener estable en número de plantas. Con la llegada de la filoxera y la muerte de todo el viñedo, la tierra podía volver a su antiguo dueño. La reducción del viñedo y la mejora de las técnicas agrarias provocaron la existencia de mano de obra ociosa, que tuvo que emigrar a la ciudad.
Sin embargo, alguna cosa buena dejó la filoxera. Los viñedos se reconstruyeron en los mejores lugares, dando lugar a las actuales denominaciones de origen. Cataluña es la comunidad con más viñedo amparado, en proporción, por alguna denominación. Casi el 90% del viñedo se encuentra dentro de alguna. El mayor valor de los productos agrícolas evitó la desertización del campo, siendo la migración a las ciudades menos intensa que en otras regiones.
La historia personal de mi amigo viticultor de la Conca nos sirve para entender la Historia (con mayúscula) de la viticultura catalana. Por una parte, el apego a la tradición y la conservación del legado familiar, el convencimiento de tener raíces y de pertenecer a un territorio que hay que conservar y proteger. No es casual que visitando Cataluña sintamos que es un lugar bendecido de incuestionable belleza. Sin duda el clima y la situación ayudan, pero también una sensibilidad colectiva hacia lo que les rodea. De hecho, casi 15.000 hectáreas están certificadas en cultivo ecológica y alberga la única clasificación del mundo 100% ecológica (Classic Penedés).
Y por otra la gran habilidad comercial para hacer rentable una explotación, dando al cliente lo que demanda en cada momento, pudiendo adaptar el viñedo y la producción para satisfacer las exigencias del marcado atendiendo a las modas, las tendencias y los gustos de los consumidores.
Josep Grau, Viticultor en Montsant.
“El 50% del trabajo lo hacemos nosotros, elaborando el vino. El otro 50% lo hacéis vosotros, los que vendéis el producto final. Así que gracias por atendernos”.
Con estas palabras empezaba Josep Grau la cata de sus vinos, transmitida por la plataforma Zoom. Vivimos tiempos extraños. Un inesperado microorganismo ha puesto patas arriba el planeta, mostrándonos nuestras debilidades, y probablemente también las cosas verdaderamente importantes. Durante un periodo de tiempo indefinido no vamos a poder reunirnos, y parece el fin de todas las actividades. Sin embargo, alguien ha tenido la brillante idea de vernos a través de las pantallas y poder disfrutar, con toda tranquilidad, de los vinos en nuestras casas. Alrededor de Josep Grau, atrincherado en su bodega, nos congregamos un grupo de sumilleres desde nuestras casas
Josep- A la naturaleza le da igual que esté el virus, ella continua con su ciclo normal. Aquí siempre hay cosas que hacer.
¿Por qué el Montsant? Mi familia es originaria de aquí. Se mudaron a Barcelona cuando se acabó el trabajo. Mi padre encontró trabajo y mi madre se ocupaba de nosotros. Los fines de semana solíamos venir al pueblo, y yo era feliz. No entendía por qué no vivíamos en el campo. Le preguntaba a mi padre por qué un tramo del camino se llamaba el “Camino de las Viñas”, y no había ninguna.
Yo estudié y trabajaba como bróker para una empresa internacional. Me iba bien. Pero un día sentí, me di cuenta, que tenía que volver a mis raíces. Empecé a elaborar vino en 2003, tenía una hectárea e hice 300 botellas. Poco a poco, y con mucho esfuerzo, se ha ido ampliando el viñedo. El gran salto lo dimos en 2013, con una nueva bodega, más grande, en Marça. En la actualidad tenemos 36 hectáreas y compramos uva a viticultores locales. A día de hoy, laboramos entre ciento treinta y ciento cuarenta mil botellas al año. Tenemos 15 vinos en el mercado, 14 con D.O. Montsant y uno con D.O.C. Priorat.
Es verdad que el clima y donde te encuentras ayuda, pero nuestro trabajo responde sobre todo a un principio filosófico. Intentamos elaborar exclusivamente con uvas autóctonas de la zona, Garnacha blanca y tinta y Cariñena. Este año, y sin saber las ventas que vamos a tener, hemos comprado toda la uva de nuestros proveedores al precio de todos los años. No se puede dejar caer todo el peso de económico de la crisis producida por el Covid-19 a los agricultores. Desde el principio la cultura es ecológica.
La vendimia es manual, para mantener la calidad de la uva y para no estropear el trabajo en campo de todo el año y porque, en realidad, las máquinas no caben. Hacemos tres selecciones de uva, una en la planta, otra a la entrada de bodega y una última en la que quitamos los racimos más pequeños. Vendimiamos pronto, para intentar mantener la acidez.
Elaboramos casi todo por parcelas, para mantener la identidad de cada pequeño trozo de tierra. Los vinos fermentan de forma espontánea con levaduras autóctonas. Utilizamos varios tipos de contenedores: fudres de roble austriaco, tinajas de barro de la región de Toscana, huevos de cemento, etc. Estamos contentos con el resultado, pero seguimos aprendiendo todos los días. Siempre me preguntan la razón de elaborar tantos vinos. Simplemente, van apareciendo.
Breve historia del Montsant.
Antes de pasar a los vinos, voy a comentar brevemente como es la D.O. Montsant. Si imaginamos un croissant, Montsant sería el bollo y Priorat el hueco en el centro. La D.O. Monstsant fue reconocida en el año 2001, y nace a la sombra del prestigio y notoriedad de la comarca del Priorat.
Comparte con Priorat muchas similitudes, y significativas diferencias. Priorat tiene el suelo principalmente de licorella, pizarra, y es más escarpada. Montsant está casi completamente rodeado de montañas, sierras y macizos montañosos, lo que provoca un clima algo más continental, con algo más de lluvia (sobre 500 mm/año). Hay deferentes tipos de suelo, principalmente compuestos de arcilla y Panal (arena y limo blanquecino), aunque también encontramos granito, licorella, piedras y arena. La altitud de los viñedos varía desde los 200 metros, cerca del mar, a los 700, subiendo por las montañas. Las características únicas de altitud, suelo y clima crean una multiplicidad de diferentes microclimas y terroirs, posibilitando la elaboración de vinos personales y únicos.
Los vinos.
“Nuestros vinos se pueden guardar y disfrutar. Lo que nos gusta es que nos beban, por eso todos tienen unos precios honestos”.
Una Nit in Globus Blanc 2019. Variedades 60% Chardonnay y 40% Garnacha blanca. Suelo arcilloso-calcareo.
Un día un payes, un señor mayor, fue a ver a Josep Grau y le dijo que si le compraba las uvas de su finca. La variedad era de Chardonnay. Josep acompaño al hombre a la finca y descubrió que era muy bonita, pero tuvo que desilusionarle al decirle que lo sentía, pero que no, que el elaboraba con uvas locales. El buen hombre dijo que le habían engañado, que planto la variedad porque una bodega iba a comprarle la uva y, después de unas pocas vendimias, no quiso comprar más. Cabizbajo, dijo que iba a arrancar la viña. Josep pensó que debía mantenerla, y compra las uvas. Los rendimientos son muy bajos, rondando los 2000kg/h.
Fermentación con levaduras indígenas en ánfora de la Toscana de 950 litros (Terra Cotta), y posterior crianza en las mismas ánforas durante 7 meses con sus lías finas. La garnacha cría 4 meses en barrica de roble francés con sus lías.
Vespres Blanc 2019. Garnacha Blanca. Suelo de granito descompuesto.
Uvas provenientes de una finca de 6 ha. en el municipio de Marçá, de más de 15 años. Suelos de granito descompuesto que aportan estructura y finura a la vez. Prensado de 6 horas y fermentación espontanea con levaduras indígenas y posterior crianza de 7 meses en un huevo de cemento de 1900 litros.
Granit Blanc 2019. Garnacha Blanca. Suelo de granito descompuesto.
Viñedo en terrazas en Partida les Comes, a una altura de 450 m., expuesto a los vientos que llegan del mar. Suelos 100% de granito descompuesto con escasa retención de agua. Prensado de 7 horas y fermentación y crianza en foudres de robles austriacos y alemanes de Stockinger durante 8 meses con sus lías finas.
Regina Rosado 2018. 90% Garnacha, 10% Garnacha Blanca. Suelo de pizarra y arcillas.
Un viñedo en 7 terrazas en pendiente de la finca Partida Les Comes. La parte superior con suelos de pizarra y la baja con más arcillas. Prensado de 7 horas. Fermentación a temperatura controlada en un foudre de 2000 litros. Crianza de 8 meses en los mismos foudres (Stockinger).
Territori 2018. Garnacha y Cariñena. Suelo arcilloso-calcáreo.
Viñedos de entre 35-40 años de La Serra d´Almos. Rendimientos muy bajos (3000-4000 kg/ha.). Vendimia en cajas de pequeño tamaño, triple selección de uva. Fermentación con levaduras indígenas en foudres de 2000 litros y posterior crianza de 14 meses en los mismos foudres de roble austriaco (Stockinger). Al final de la crianza, se hace un ensamblaje de diferentes partidas de sus otros 4 vinos de parcela: Maimó, Rogers, Figuerals Garnatxa y Figuerals Samsó.
Pedrabona 2018. D.O.C. Priorat. Garnacha y Cariñena. Suelo de pizarra.
El viñedo tiene 26 años y la parcela, orientada al suroeste, está dividida en terrazas estrechas, características de la zona de Priorat, sobre suelos de pizarra, a una altura de 260 metros sobre el nivel del mar. La uva procede de una finca de 4 hectáreas de Bellmunt del Priorat que lleva por nombre Lo Panso. Fermentación en depósito de acero inoxidable y envejecimiento en un foudre de roble austríaco de 2000L durante 12 meses.
Igual, alguno de ustedes, mis lectores (la razón por la que escribo), ha entrado en mi blog para ver la cata de los vinos y se habrá sorprendido (y decepcionado) al ver que no la he hecho. No es una cuestión de pereza, simplemente, he llegado a la siguiente conclusión; cuanto más exhaustiva y completa es la descripción del vino, menos información real aporta. Los vinos se desdibujan y se esconden detrás de palabras que a fuerza de (mal) uso han perdido significado. También creo que detrás de estas palabras se esconden malos catadores y que las esgrimen con furia para esconder sus carencias.
Me gustaría recurrir a otro tipo de persona para que nos descubriera los misterios escondidos en el líquido de la tierra. Quizá un poeta. ¿Y que diría un poeta de estos vinos?
Son vinos limpios, sorprendentemente elegantes, que nos cuentan una historia. Los blancos son refrescantes, delicados y fluidos, fieles a su tierra, con una sensación de piedra perfumada. Los tintos son fuertes, calurosos, de sentarse a hablar y a escuchar, hasta que se acaba la botella y abres otra igual, porque se bebe solo.
Lamentablemente, yo no soy un poeta.
TERROARISTAS