Nuevo Futuro 2019. Primera parte. El origen de la civilización y el desorbitado precio de algunos vinos.
“I have found that among other benefits, Charity liberates the soul of the givers” ,Maya Angelou, la leyenda. Mi escritora revelación de este año. «He encontrado, entre otros muchos beneficios, que la caridad libera el alma de los que dan».
Un año más va a dar comienzo la gala de Nuevo Futuro, el evento que organizamos para recaudar dinero para cubrir el déficit de la ONG. Aunque parezco tranquilo el nervio empieza a atenazarme. Mis compañeros, los otros organizadores, y los trabajadores y artistas sin los cuales esto no sería posible, parecen emocionados, a la expectativa. Este año está dedicado al baile. Hemos invitado a unos cuantos bailarines de Cold Town a participar y tenemos tres números de danza. También ha accedido a participar un cuarteto de cuerda de cuatro chicas deslumbrantes. Mis artistas, los chicos que conocí para un evento similar y que han pasado a formar parte de la organización, han ideado algo nuevo. Hasta nos hemos traído a un pintor para hacer retratos.
Todo está preparado. Acaba la visita al museo, empezamos a servir las cervezas y pasar la primera tapa. El ambiente se llena de energía. Todos estamos en nuestros puestos, preparados para empezar.
Cinco minutos y a escena.
Cinco minutos y a escena.
Empezamos. Doy las gracias a todos los asistentes, les pido algo imposible, que guarden silencio, al menos durante las actuaciones de los artistas, y presento al cuarteto de cuerda. Tocan increíblemente, con una gran emoción. Yo me preparo, voy a ser el primer bailarín de la noche.
Cuando alguno de nosotros planteó hacer nuestro evento benéfico dedicado al baile, decidí que yo iba a bailar. Me gusta mucho el baile de Michael Madsen en Reservoir Dogs, la primera película de Tarantino. Y como tenía un cocinero, decidí que era muy buena idea torturarlo.
La música del cuarteto acaba. Tengo al cocinero sentado en una silla. Le amordazo con un lito, saco el descorchador del calcetín donde lo he guardado, hago como que me afeito y cuando suena la música empiezo a bailar. Sé que lo hago fatal cuando veo caerse de risa a todos mis amigos. Yo sigo sin vergüenza y, con el descorchador, abro la botella. 15 segundos de baile, los únicos que voy a bailar en mi vida delante de nadie.
Presento al cocinero, le doy las gracias, y tengo mi primera intervención.
La cerveza y el principio de la civilización.
El principio de la civilización tiene su origen en una semilla. Y no es una metáfora. Una familia de plantas tiene la capacidad de crear un receptáculo duro y rellenarlo con sustancia con una gran cantidad de energía. El receptáculo se puede almacenar por largo tiempo.
Un dato fiable de la existencia del primer humano lo ubica en África, hace unos 100.000 años, y hasta las primeras aldeas, éramos nómadas. Durante la mayor parte de nuestra historia, cuando no existían asentamientos estables y los seres humanos se desplazaban para conseguir alimento, nuestra especie recolectaba los frutos de cada estación y cazaba lo que podía. Éramos cazadores recolectores. En los libros de historia aparece, como un gran logro humano, la invención de la agricultura hace unos 10.000 años. Suelen definir el acontecimiento con el pretencioso nombre de la “domesticación de las plantas”.
Hace unos 10.000 años empezamos a vivir en simbiosis con ciertas plantas (mi teoría es que nos domesticaron ellas a nosotros y no a la inversa). Buscábamos para ellas, y buscamos, los mejores emplazamientos, eliminamos la posible competencia (matamos otras plantas que puedan dañarlas) y dedicamos sudor y lágrimas para que crezcan sanas y felices. El cultivo producía excedentes de producción que podían almacenarse y utilizarse como moneda de cambio. Apareció la clase dirigente, los sacerdotes y políticos, encargados de gestionar los excedentes. Se creó la riqueza (y su cara más amarga, la pobreza). Había que proteger los almacenes, y para ello los dirigentes se inventaron los cuerpos de seguridad del estado. La sociedad tal y como la entendemos ahora, con la división del trabajo y las clases sociales, acababa de nacer. Poco ha cambiado hasta nuestros tiempos.
Las semillas de las gramíneas, el grano, está relleno de alimento para la futura planta. La sustancia principal se llama almidón, un tipo de azúcar complejo. Los humanos no podemos asimilar los nutrientes del cereal crudo, deben ser sometidos a un proceso de cocción o de fermentación o de hidratación, para permitir desdoblar el almidón en azúcares más sencillos. El proceso de transformación del almidón en maltosa (azúcar simple) ocurre de forma natural durante la germinación de la semilla. En condiciones idóneas, el germen de la semilla empieza a crecer y necesita alimento. Genera unas enzimas que permiten partir la molécula de almidón en moléculas más pequeñas, que sirven de alimento a la planta en los primeros momentos de vida, antes de que tenga hojas y pueda ella misma crear su propio alimento mediante la fotosíntesis.
La tecnología del fuego ha acompañado al humano desde sus orígenes, por lo tanto, la cocción de los alimentos es relativamente antigua, y sin duda anterior a la agricultura. Diversos estudios están retrasando el consumo de cereales en la alimentación mucho más lejos de lo que pensábamos. Históricamente, es el principio de la agricultura el considerado como comienzo del consumo de cereales. Sin embargo, cada vez hay más pruebas que los incluyen en la dieta muchísimos milenios antes. Todo parece indicar, por la aparición de sorgo salvaje y herramientas para su molienda, que el hombre ya consumía, hace 100.000 años, algún tipo de cereal elaborado, aunque no era todavía la parte fundamental de la dieta. Incluso otra especie, nuestros primos neardentales, cocinaban una sopa de cereales parecido a las gachas hace 43.000 años. Es muy probable que la primera receta de cocina fuera la sopa (no incluimos como técnica culinaria el chamuscado directo al fuego). Podían utilizar una piel de animal o un agujero en la roca. Introducían los ingredientes, agua y, para llevar la sopa a ebullición, añadían piedras calentadas al fuego dentro. Utilizaban como herramienta un palo con forma de horca. El agua caliente ayuda a desdoblar los azúcares.
Una sustancia azucarada, al sol de verano, es muy probable que fermente. La fermentación es la transformación del azúcar en alcohol y CO2. Ocurre de forma natural. Es muy probable que el proceso fuera repetido y mejorado por ensayo y error. La intuición me dice que la cerveza, el grano fermentado, nos acompaña desde mucho antes de lo que nos queremos creer. Y nos da la clave para entender porque se desarrollaron las sociedades.
Los cazadores recolectores vivían bien. Pruebas fósiles demuestran que pueblos los pueblos de cazadores-recolectores vivían más y en mejores condiciones que sus coetáneos que se dedicaban a la agricultura. Arrancar los frutos a la tierra cuesta sudor y lágrimas (parece una maldición bíblica). Sin embargo, hubo una lenta transición hacia asentamientos más grandes y la creación de ciudades. Quizá la razón principal, el motivo por el cual la mayoría de humanos cedió parte de su libertad y acepto innaturales reglas de convivencia, fuera asegurarse el suministro regular de cerveza. La cerveza tiene un efecto secundario muy placentero, alivia el dolor (el físico y el otro). El desarrollo de un sistema de producción y distribución regular y no estacionario fue, al menos en mi opinión, la piedra sobre la que se fundó la civilización moderna.
La mejor forma de saber si una historia es divertida y está bien concebida es utilizar a tus amigos y obligarles a escuchar. Uno de ellos, sin ninguna sorpresa por mi conclusión sobre el fundamento creador de la sociedad me dijo; -yo siempre he pensado que las bebidas alcohólicas estaban desde el principio de las sociedades, sino no nos aguantaríamos.
Hemos empezado con dos cervezas donadas por Cervezas Dolina. Una es rubia y la otra es tostada. El color de las cervezas bien siempre por el tostado de la malta. Ya hemos explicado que una de las formas de dividir el almidón es la germinación. La malta no es otra cosa que cereal germinado. Normalmente es cebada, pero puede ser cualquier cereal. La cebada se germina para tener azúcares fermentables, el almidón no lo es. Una vez empezada la germinación, hay que detener el proceso. La malta se introduce en hornos donde el calor mata a la planta. Dependiendo del tueste de la malta, tendremos el color de la cerveza. Nada tostada una rubia. Algo tostada las cervezas color caramelo y cobrizas. Muy tostada y quemada, para las cervezas negras.
Me callo y empieza la magia.
Sergio y Gabriel, los componentes de duo artístico Sergare, se han comprometido a pintar un mural en 15 minutos, al ritmo de la música del Cuarteto de Cuerda Stacatto. La música y los movimientos de los pintores van creando una obra única, de gran belleza plástica. Cinco minutos, un tercio del mural. Habrá tres intervenciones y el mural, bailado, estará terminado.
La siguiente actuación son dos amigos de la academia de baile Scherezade. No puedo evitar pensar que la mayor expresión artística es la que sale del propio cuerpo.
Servimos el primer vino, mi segunda intervención.
El disparatado precio del vino y los nombres de las botellas de gran formato.
Hace unos 3000 años, en torno a 870 antes de Cristo, el rey Assurnasirpal II celebró un suntuoso banquete que cambió la historia, al menos la historia de la gastronomía. El rey, el hombre más poderoso del planeta, dueño del gran imperio mesopotámico, quería celebrar la fundación de la nueva capital del imperio, Nimrud. En el centro de la nueva ciudad edificó un gran palacio, adornado con murales donde podían verse las gestas del gran emperador. Cuando acabo la construcción, invitó a personas de todo el imperio a un gran festín. Los festejos duraron diez días. Los informes oficiales recogen que acudieron a la cita 69.574 personas, entre habitantes del imperio y dignatarios extranjeros. Para agasajar a los invitados se sacrificaron decenas de miles de animales, entre reses, corderos, ovejas, palomas, etc. Un plato típico era el jerbo, un roedor de aspecto hostil pero, según las crónicas, muy sabroso. Se cocinaron 10.000. Para acompañar la comida se sirvieron 10.000 jarras de cerveza y 10.000 pellejos de una misteriosa sustancia, traída de las lejanas tierras montañosas. La cantidad de ambas bebidas era similar, pero el deslumbrante líquido de los pellejos fue la verdadera sorpresa.
El deseo del gran emperador era mostrar su generosidad, riqueza y poder. El gran imperio, uno de los primeros de la historia, debía su fuerza a la creciente complejidad de la estructura social y al mayor tamaño de las ciudades, provocado por el excedente de producción agrícola. El grano, y su versión líquida, eran la moneda corriente de pago. Los asalariados recibían por su trabajo cantidades asignadas de cerveza según el rango social y el trabajo realizado. La cerveza existía tanto líquida como sólida, en una masa con levaduras deshidratadas que fermentaba al ser sumergida en agua. La cerveza era la bebida del imperio.
La gran novedad, lo que más sorpresa causo a todos los invitados, fue el extraño líquido de los pellejos, una sustancia desconocida hasta el momento; mosto de uva fermentado. La producción de vino, la sustancia misteriosa escondida en los pellejos, solo era posible en los límites más lejanos del imperio. El coste del transporte encarecía el producto a precios desorbitados. Invitar a setenta mil personas a vino demostraba la inmensa riqueza del emperador. En los relieves de los muros del palacio, podemos ver a Assurnasirpal II, sentado muy regio, con un cuenco de oro, bebiendo vino con majestad, mientras dos sirvientes con abanicos le dan aire y espantan las moscas.
El vino, obviamente, se puso de moda. Sin embargo, el alto precio debido al transporte, lo convertía en un artículo de lujo, imposible de pagar por la mayoría de la población. Solo las élites podían permitirse consumirlo. Y estaban dispuestas a pagar cualquier precio.
Si alguna vez se han preguntado por qué hay vinos tan caros, tan caros que son imposibles de adquirir excepto para un reducido número de personas que, en contra de la lógica más simple, están dispuestos a pagar el zumo de una fruta a precio de oro (en algunos casos incluso más) es porque hace miles de años unos pocos ricos, para demostrar su estatus y seguir una moda, empezaron a consumirlo sin importar el precio. La situación, miles de años después, no ha cambiado.
Una de las dudas que nos ha asaltado a todos los que estudiamos algo sobre vino es por qué el nombre de las botellas de formatos grandes (3, 6, 9.12,15 litros) tienen nombres de reyes del Oriente Medio. Quizá la respuesta sea que los dedicados al “negoce”, los negociantes, los que se dedican a la compra y venta de vinos de lujo, son conscientes de la deuda contraída con el antiguo emperador. En el relieve del magnífico “Obelisco Negro” del British Museum, podemos ver al hijo del gran emperador recibiendo a algún emisario de una nación derrotada. El enviado está arrodillado a los pies del heredero y conquistador, rindiendo pleitesía al gran guerrero, mientras este bebe distraídamente vino de un cuenco. El nombre del nuevo emperador era Salmanazar III. Hoy es el nombre de una botella de vino de 9 litros.
Acabada mi intervención el cuarteto de cuerda vuelve a tocar mientras los artistas pintan la segunda parte del mural. El grupo Deep Mind, nos deleita con un baile, y servimos el segundo vino. De momento todo va en el horario previsto.
Continuará