Vino y salud, toda la verdad (o casi). Parte l.
«Wine is constant proof that God loves us and loves to see us happy» Benjamin Franklin, el presidente. «El vino es la prueba constante de que Dios nos ama y ama vernos felices».
Seleccionar información fiable en la “era de la información” no es un trabajo sencillo. Por un lado, colgar información en internet es gratis, o casi, y está al alcance de cualquiera. La proliferación de blogs teóricamente especializados, la aparición de influencers (personas con capacidad de influir en los gustos de los potenciales consumidores) y la dificultad de elaborar buena información de calidad hacen que la red esté llena de ruido. Por otro lado, existen diferentes enfoques para un mismo tema (por ejemplo, si el alcohol en dosis moderadas es beneficioso para la salud o no) y diferentes estudios, científicos y rigurosos, llegan a diferentes conclusiones. O al menos eso nos parece. Los encargados de distribuir la información, publicaciones generalistas o para público no profesional, incluidas las más serias, simplifican todo un estudio en una única frase para tener un titular, dejando en la mente de los lectores ideas claras pero falsas. El mismo medio puede decir “un estudio americano demuestra que el consumo precoz de alcohol en la adolescencia sirve para predecir los mejores estudiantes universitarios” y a la semana siguiente “los chicos que empiezan antes a consumir alcohol no suelen empezar estudios universitarios” (los dos estudios existen, pero obviamente no llegan a estas conclusiones. El primero pretendía demostrar la personalidad de los más valientes al afrontar situaciones novedosas, como beber alcohol de forma precoz, y que en la universidad sacaban mejores notas. Las clases más bajas y con menos recursos, con pocas posibilidades de acceder a educación superior, suelen empezar a consumir alcohol y otras sustancias a edades menores). Sin embargo los titulares siempre no conducen a error.
A lo largo de mi vida he tenido la suerte de conocer a personas realmente inteligentes, líderes en sus respectivos campos. Les he invitado a participar en este blog. Mi idea es hacerles preguntas, esas que me hago y a las que no encuentro respuestas claras, y dejar que sean ellos los que las respondan. Les llamo mis genios. Déjenme que les presente a la Neuróloga.
Viky Doctora Barcelona es neuróloga en un importante hospital. Ha estudiado en varios países donde curso la carrera y posteriormente saco el doctorado. En una de mis catas, con una copa en cada mano, le comente mi intención de ficharla para una labor informativa de primer nivel. Ella accedió a cooperar y esta es la primera entrega. Las respuestas son densas así que lo voy a publicar en dos posts.
Vino y salud, toda la verdad (o casi).
Una de las ideas más extendidas en la mente de toda la población es que el vino, consumido en bajas cantidades, es beneficioso para la salud. Múltiples estudios sostienen esta idea.
Todo empezó con la famosa “paradoja francesa”. Los franceses comen mucho queso y mantequilla y, sin embargo, sus arterias aguantan mucho mejor que las de los lejanos vecinos americanos. La prevalencia de las enfermedades cardiovasculares (infartos, ictus, etc.) es mucho más baja en Francia que en USA siendo la comida francesa peor, al menos en teoría, debido al alto consumo de grasa animal. A alguien se le ocurrió relacionar el menor riesgo de enfermedades cardiovasculares con el consumo de vino. A partir de ese momento, consumo moderado de vino y salud han ido siempre de la mano.
Incluso personalidades absolutamente creíbles, como el cardiólogo Valentín Fuster, decía en su libro, “La ciencia de la salud”. –Yo nunca recomiendo beber vino, porque nadie respeta la dosis. Pero antes las buenas noticias; un consumo moderado de alcohol previene las enfermedades cardiovasculares- (es de memoria así que no es literal).
Otros estudios hablan de la toxicidad del alcohol desde la primera gota.
Bueno, estas son las preguntas con sus respuestas.
¿Es beneficioso el consumo moderado de vino (yo lo prefiero a otros alcoholes)?.
Mejor vino que otros alcoholes, por ahí vamos bien. Y menos malo el consumo a partir de los 50 años que en la adolescencia y /o la juventud (que puede tener efectos más perjudiciales en el desarrollo cerebral)
Es verdad que a nivel cardiovascular hubo estudios en EEUU hace ya 20 años, bastante rigurosos, que llegaron a demostrar el efecto beneficioso del consumo moderado de alcohol. Pero son estudios observacionales, es decir, no ensayos clínicos doble ciego –no sería ético- con factores de confusión y sesgos varios que hay que tener en cuenta a la hora de interpretar resultados. Está también la llamada “paradoja francesa”, por la que se atribuyó al efecto beneficioso para la salud del vino tinto: la mortalidad cardiovascular entre los franceses es más baja de la esperada, pese a que su consumo habitual de vino está entre los mayores de Europa; de nuevo, esto es una observación y no constituye una demostración científica.
El resveratrol, compuesto que se encuentra en las piel de las uvas y por ello en el vino tinto, se vió que producía un efecto antioxidante en ratones, a los que alargaba la vida. Pero cuando se estudió en humanos, produjo efectos adversos inaceptables para una mínima eficacia. Un adulto de 70kg tendría que beber unos 1000 litros de vino al día para conseguir la dosis de resveratrol del estudio, lo que es completamente inviable.
Por otra parte, la OMS considera el alcohol en general como carcinógeno de primera línea, al mismo nivel que la nicotina, las carnes procesadas y las radiaciones ionizantes. Y a nivel cerebral, el alcohol se ha demostrado como bastante tóxico, en cualquier patrón de consumo.
O sea que en mi modesta opinión, y mal que me pese, no tenemos evidencia suficiente a día de hoy para decir que el consumo de alcohol es beneficioso para la salud.
Pero sí que podremos decir que si no sobrepasamos ciertos límites, el riesgo para nuestra salud puede ser “asumible”, como tantas otras actividades de nuestra vida diaria (cogemos el coche cada día etc)
En caso de que no sea beneficioso, ¿existe alguna cantidad que sea inocua?.
En la línea de la respuesta anterior, no hay ninguna cantidad realmente inocua, especialmente a nivel del sistema nervioso y funciones cerebrales. En la comunidad científica internacional se han establecido unos límites “seguros”, es decir, que sin sobrepasar ese límite no sería esperable que ocurrieran efectos perjudiciales reseñables para nuestro organismo. Así, las guías de salud americanas y europeas recomiendan no sobrepasar el consumo, en adultos, de 3 vasos de vino al día en hombres y de 2 en mujeres como norma general. En sujetos > 65 se recomienda también no superar los 2 vasos de vino al día
Hay que tener en cuenta situaciones especiales en las que incluso esa cantidad puede ser perjudicial, como en aquellos sujetos con antecedentes de enfermedad hepática, pancreática, gástrica, antecedentes personales o familiares de alcoholismo, en mujeres embarazadas, y en niños-adolescentes
El límite inferior en las mujeres se establece porque genéticamente ellas disponen de menor cantidad del enzima alcohol deshidrogenasa en el organismo (la que se encarga de “digerir” el alcohol), mayor volumen de agua y menor peso en el que distribuir el alcohol ingerido: las consecuencias del consumo de alcohol resultarían peores que en un hombre, en general.
Un estudio de la Universidad de Oxford publicado en junio 2017 mostró que incluso consumos moderados (2-3 vasos de vino al día) producían alteración de la conectividad neuronal en los sujetos, lo que llevaba a una mayor disminución de algunas funciones cognitivas, apoyando así la reciente reducción del límite de consumo “seguro” que establecen las guías de salud del Reino Unido. Las guías de salud y alimentación americanas (2015-20120) continúan aceptando 24,5 unidades a la semana como límite seguro para un hombre adulto. Lo ideal es poder disfrutar del vino por su valor gastronómico –si no fuera por el alcohol, el vino tiene un sinfín de componentes beneficiosos- y cultural, pero sin sobrepasar límites de riesgo asumibles.
Ingerir alcohol durante las comidas, ¿lo hace menos peligroso?.
SI, en la medida que los alimentos –sobretodo si son comidas grasas- interfieren con la absorción del alcohol a nivel del tubo digestivo, desde donde pasará a la sangre y de ahí al resto de tejidos, incluido el cerebral. Es decir, si comemos a la vez que bebemos, parte del alcohol ingerido será eliminado por el tubo digestivo sin llegar a absorberse y sin producir daño alguno a nivel cerebral. Medidas de la sabiduría popular como la cucharada de aceite antes de beber alcohol pueden ayudar pero no son infalibles.
Permíteme un ejemplo para aclarar mi pregunta. A las embarazadas las recomiendan que consuman queso de leche pasteurizada pera evitar problemas. El médico sabe que los quesos con más de tres meses de curación no tienen actividad bacteriana (las bacterias que pueden causar problemas mueren a los dos meses) y pueden ser consumidos por las futuras madres sin problema. Sin embargo esta información no la dan. Es sencillo entender la razón, aconsejando leche pasterizada se evitan todos los problemas evitando dar toda esta información que puede llegar a ser confusa. ¿Ocurre lo mismo cuando se prohíbe, o se recomienda no ingerir, alcohol?
Algo de eso puede haber, probablemente… el alcohol no resulta igual de dañino para todos los individuos, ya que existen condicionantes genéticos y diferencias de metabolismo en cada persona y/o en cada momento de su vida. Todos conocemos personas con la costumbre de beber alcohol a diario y que no por ello dejan de disfrutar de buena salud. Pero el alcohol, como compuesto químico, es tóxico para nuestro organismo desde la primera gota. Y se trata de establecer unas normas generales que se puedan aplicar a la mayoría de la población.
CONTINUARÁ