La barrica de Phillipe Mazières y Viña Real
Seguimos de paseo por La Rioja, esta vez alavesa y nos acercamos a Laguardia y empezamos por la bodega de Viña Real De CVNE, este pequeño pueblo de gran tradición vinícola alberga también la bodega de Ysios, obra del archiconocido Calatrava, le dedicaremos otro post.
La bodega fue diseñada por el arquitecto bordelés Phillipe Mazières, se inaguró en 2004.
A finales de los años noventa del siglo XX, CVNE decidió crear una bodega específica para elaborar los vinos de su marca Viña Real, que venía comercializando desde 1920. El proyecto fue encargado al arquitecto francés Philippe Mazières, quien diseñó un innovador edificio circular, con forma de tina, anejo a otro de menor altura y planta alargada. El conjunto fue construido en una ladera del Cerro de la Mesa, en cuyo interior se perforaron también dos túneles destinados a zona de crianza.
Viña Real está compuesta por una gigantesca tina, un edificio de madera «Red Cedar» Cedro Rojo del Canadá y dos colosales túneles perforados dentro del mismo cerro.
El resultado es sorprendente. La gran tina principal, el corazón de la bodega, ha sido revestida de madera de cedro rojo de Canadá, y resulta perfectamente visible desde la distancia, mientras que el edificio contiguo está forrado de láminas de madera gris y pasa más desapercibido. La entrada principal, situada en el edificio gris, da paso a un amplio recibidor con un mostrador en el centro y una tienda y varios comedores a la izquierda. A la derecha se encuentra la propia pared exterior de la tina, convexa, que invade este espacio como si se tratara de un edificio independiente.
La tina alberga en su interior la nave de vinificación, a ras de suelo, y una sala de barricas en un nivel inferior. Los depósitos de fermentación alcohólica, de acero inoxidable, están dispuestos en círculo alrededor de la sala, elevados sobre otros depósitos de hormigón en los que se lleva a cabo la fermentación maloláctica. El techo dispone de un lucernario en el centro que proporciona a la nave mucha diafanidad. La estructura se sustenta sobre ocho columnas inclinadas que convergen bajo el lucernario, y en el punto de convergencia se encuentra el eje de una grúa giratoria cuyo brazo alcanza la parte superior de los depósitos. El propósito de esta grúa es trasladar la uva a la parte superior de los depósitos en pequeños contenedores, sin utilizar bombas ni tuberías. Un sistema que se utiliza desde hace años en la bodega de CVNE en Haro, aunque con un dispositivo mucho menos espectacular.
Bajo el lucernario, el suelo de la nave es de cristal y permite ver la sala de barricas del nivel inferior, que ha sido dotada por el arquitecto de un curioso efecto óptico: parece que el techo está inclinado hacia el exterior, cuando en realidad es recto y las que están inclinadas son las columnas.
La mayor parte de las barricas, sin embargo, se encuentra en los inmensos túneles perforados en la montaña, que hacen las veces de calados del siglo XXI. Son dos, idénticos, con 15 metros de altura y 125 de fondo, y están unidos al fondo por un pasadizo provisto de un respiradero que llega hasta la cima del monte. Uno contiene 14.000 barricas apiladas en ocho alturas, y el otro 6.000 barricas y decenas de miles de botellas en jaulones metálicos.
Vista desde el aire, la nave de vinificación de Viña Real es una barrica cortada por la mitad. Alberga los depósitos de acero inoxidable que se usan desde los ochenta para fermentar el vino, pero recuerda a una tina tradicional. Donde debieran estar los cellos, hay una hilera de ventanas que vierten luz indirecta para no estropear el caldo. El enólogo José María Ryan explica que, además de simbólica, la forma es funcional; desde su laboratorio, por ejemplo, controla todo con un par de vistazos. En el centro, una claraboya crea lo que el arquitecto Phillipe Mazières bautizó como «el pozo de luz». Dieciocho metros de iluminación natural que caen hasta la sala noble, donde reposan las barricas, éstas sí, a escala humana.
Hay que destacar que la bodega es totalmente accesible para personas con discapacidad y cuenta con letreros en Braille en todas las salas. El objetivo era facilitar que cualquier persona pudiese disfrutar del mundo del vino, de sus olores y de sus sabores. Y lo consiguió. Viña Real se convirtió en la primera bodega de España adaptada íntegramente para personas con discapacidad visual.
Colaboradora 2