El vino en los caminos de peregrinación.

Ha respondido un hombre y ha dicho que no es un psicópata. Es alentador.

Pues yo creo que es una cita y la traerá a la fiesta. Si no es un psicópata ¿tu crees que será bebedor de vino o un hombre de cerveza? Lo digo por comprar más vino.” De la película Amor sin cita previa.

Por delante de la puerta del restaurante de mi familia vemos pasar a decenas de miles de peregrinos. Muchas noches llegan a primera hora del servicio, sobre las 19 horas, agotados y famélicos. Cenan pronto porque a las 10 suelen estar durmiendo. Al día siguiente les espera otra caminata de muchos kilómetros, independientemente de las condiciones climáticas, el dolor en los pies o el agotamiento físico. Hay dos errores cruciales que cometen todos los peregrinos nóveles; subestimar la dureza del camino, creyendo que es asequible con cualquier condición física, y el peso de la mochila.

Si van a hacer un camino de peregrinación, donde sus cuerpos van a ser sometidos a un esfuerzo físico diario exigente, entrenen mucho los meses anteriores, pertréchense con ropa técnica, y no carguen en la mochila un peso excesivo (lo recomendable es el 10% del peso corporal).

Las razones que empujan a individuos normales a andar durante días son muy variadas y van, desde disfrutar de unas vacaciones baratas, hasta profundas razones espirituales, cada uno conoce las suyas. Lo más curioso es que todos siguen la misma ruta, marcada hace siglos. Hay muchos caminos de peregrinación, en todas las culturas y en todas las religiones. Para los cristianos, los más importantes son tres; a Jerusalén, a Roma y a Santiago de Compostela.

Todos entendemos los dos primeros destinos. En Jerusalén nació Jesucristo y en Roma están enterrados San Pedro y San Pablo, y es desde donde dimana el poder divino en manos del Papa. ¿Y Santiago de Compostela? Para entender la importancia del Camino de Santiago tenemos que hacer un poco de historia.

A principios del siglo lX (la fecha más comúnmente aceptada es el año 813, aunque otras fuentes hablan de un poco más tarde, sobre el 820 ) un ermitaño de nombre Paio (Pelayo) pasó una noche un tanto peculiar. Dormía en su cueva cuando le despertaron unos extraños sonidos acompañados de luces en un monte deshabitado. Ascendían al cielo creando un campo de estrellas . Convencido de la divinidad de estas visiones, acude al obispado del principal municipio de la zona, Iria Flavia, a contárselo al obispo. El obispo, un señor llamado Teodomiro, le cree y le acompaña a ver el extraño fenómeno. Una vez en el monte, unas estrellas les señalan el lugar. Al descubrir una lápida encuentran tres cadáveres, uno de ellos degollado. En ese momento tuvieron una revelación, y se dieron cuenta que era el cuerpo de un apóstol.

Cómo llegaron a la conclusión de que era el cuerpo del Santiago, uno de los amigos íntimos de Jesús, es un misterio. Siguiendo la Biblia, Santiago fue torturado y decapitado en el año 44 en Jerusalén, y no hay noticias de que su cuerpo fuera trasladado a un lugar tan lejano.

Pero lo realmente importante es que el obispo Teodomiro acudió al Rey Alfonso ll, el Casto, para pedirle que financiara una iglesia sobre tan magna reliquia. El Rey fue generoso y financió una iglesia, que con el paso del tiempo se convertiría en la catedral de Santiago y a la postre en el mayor centro de peregrinación cristiano de la Edad Media.

El contexto geopolítico. El siglo IX es clave para la reconquista.La Península Ibérica está casi totalmente en manos de los árabes. Resiste algún reino en el norte, principalmente el reino Astur, cuyo rey es Alfonso ll, el Casto. Los cristianos buscan desesperadamente algo, alguna señal o algún milagro que infunda valor y de cohesión a los ciudadanos y los soldados. Los ejércitos islámicos se mueven como un solo hombre bajo la poderosa influencia de una reliquia sin igual, el brazo incorrupto de Mahoma. Son invencibles. La aparición del cuerpo de Santiago fue la herramienta política y espiritual que aporto la esperanza de la victoria.

Un año más tarde, acabo de forjarse la leyenda en la batalla de Clavijo. El descalabro del ejercito musulmán fue total, llegando a contarse más de 60.000 muertos. En esta batalla crucial, el propio Santiago luchó en el bando de los cristianos a lomos de un caballo blanco y una bandera de luz. Desde ese momento Santiago fue el patrono de la reconquista con un slogan muy pegadizo: ¡Santiago y cierra España!.

La figura de Santiago y sus milagros empezó a calar en todos los cristianos del continente, encantados de tener un nuevo caballero al que seguir. Personas de todas partes venían a recibir la bendición de la reliquia. Empezó a desarrollarse un itinerario. Esta ruta acabaría convirtiéndose en la ruta de peregrinación que unía Europa con Santiago,la vía de vertebración y difusión de la cultura, el arte, los usos agrícolas, las modas y las ideas.

La cultura del vino. En la Península Ibérica medieval, la cultura de la viña y el vino marcaban la fronteras de los reinos cristianos. Los reyes cristianos iban plantando viñas y fundando monasterios en las tierras conquistadas a los musulmanes.

Las principales ordenes religiosas, Cluny y Cister, fundaron muchos monasterios a lo largo de los territorios conquistados. No solo guardaban la cultura y el arte, también se especializaron en la producción de vino. La frontera entre los cristianos e infieles se iría llenando de monasterios, iglesias y viñedos. Los caminantes debían seguir obligatoriamente las rutas del vino, ya que tomar agua era realmente peligroso, llegando incluso a ser letal. El vino es más sano que el agua sin tratar, es un alimento que no se pone malo y se puede transportar y es muy energético, aportando las necesarias calorías para una dura jornada.

Los peregrinos empezaban en París siguiendo diferentes alternativas, pero siempre rodeados de viñedos. Al oeste la zona del Loira y Burdeos, y al oeste Borgoña, Rodano y Langueloc-Roussillon. En España entrarían por Cataluña, Navarra, Rioja, Ribera del Duero, Toro, Bierzo y los blancos gallegos.


Aimerico de Picaud llegó a Santiago de Compostela el año 1134. Fue escribiendo en su diario las aventuras y anécdotas de su viaje. Su diario se convertiría en la primera guía turística del Camino, titulada Codice Calixtino. Es interesante por su relato de las costumbres locales, gastronomía, personalidad de los diferentes pueblos que va encontrando, etc. Al hablar del agua afirma que está envenenada, y «siendo un grupo de 25 beben en el agua de los Pirineos los 25 pueden morir». A Aimerico le gustaba mucho el vino.

Un dato más, solo porque me parece simpático. En el momento de máximo esplendor del Camino de Santiago, alrededor del siglo Xlll, la ruta atraía a medio millón de peregrinos al año. Era el mayor destino turístico mundial. Luego fue perdiendo paulatinamente importancia. La peste negra, y sobre todo el cisma protestante, casi acaban con las peregrinaciones. En el año 1970 hay registrados 68 peregrinos. En 1071, año Jacobeo, 451. Los datos de 2019, el último de pandemia, estiman que llegaron a Santiago unos 348.000, bastantes menos que en el siglo XIII.

Los caminos de vino.

Las peregrinaciones, el ponerse en marcha y andar hasta un lugar determinado, son mucho más antiguas de lo que nos podemos imaginar. Hay evidencias de peregrinaciones en el Antiguo Oriente, Egipto y Grecia. La visita a los Oráculos era un viaje habitual en la Antigüedad. En Israel, la peregrinación a Jerusalén era obligatoria para todos los judíos creyentes. El historiador Flavio Josefo afirmó en el siglo I que acudían a Jerusalén para la Pascua unos tres millones de personas. (Como recordarán de mi anterior artículo, a Santiago llegaron en 2019 menos de cuatro cientos mil peregrinos).

Una peregrinación es una viaje de individuos o grupos de individuos que se desplazan a un lugar reconocido por su Santidad en un marco religioso. Las personas se desplazan, y como los viajeros de todas las épocas, necesitan de una infraestructura que atienda sus necesidades. A lo largo del camino surgen mesones, tabernas, albergues, tiendas, etc. para cubrir las necesidades del viajero. Las cantidades de dinero global aportadas por todos los visitantes son fabulosas, y transforman el paisaje. Aparecen los oportunistas y ladrones, atentos a desplumar al incauto caminante.

Los principales lugares de peregrinación cristiana son tres: Jerusalén, lugar de

nacimiento y muerte de Jesucristo y donde se encuentra su sepultura; Roma, sepulcro de San Pedro y San Pablo y donde reside el Papa, el líder religioso; Santiago de Compostela, donde se encuentran las reliquias del apóstol Santiago. Dependiendo de las modas, un destino es más deseado que otro, y por lo tanto atraerá a más peregrinos.

El primer texto escrito de una peregrinación a Jerusalén de un cristiano es del año 333 (obviamente después de Cristo). Un peregrino anónimo de origen galo escribió su viaje de Burdeos a Jerusalén, detallando meticulosamente el metraje de cada jornada (primero en leguas, al final en millas), prestando especial atención a los lugares santos que visitaba y los lugares en los que pernoctaba. Un poco posterior, pero de más interés, es el “Itinerario de Egeria”, el relato de una monja gallega, probablemente una mujer de alta alcurnia, de su viaje hasta Jerusalén. En él aparecen detallados los lugares más interesantes para visitar, una cronología de las etapas y los lugares donde descansar. En definitiva, estamos hablando de las primeras guías de viaje.

Pero lo importante para nosotros es saber si el vino era una parte importante del camino. Los peregrinos utilizaban las “Vías Romeas”, itinerarios de largas distancias, formados por la unión de antiguos caminos. El trazado coincidía, en la mayoría de los casos, con el trazado de las antiguas carreteras romanas. De hecho, las principales carreteras de muchos países actuales siguen el antiguo itinerario de las carreteras romanas. A lo largo de estas carreteras surgieron las ciudades que todavía habitamos. Y, ¿qué hacían los romanos cuando conquistaban un territorio?

Los territorios conquistados por los romanos eran anexionados al imperio. Pronto tenían la misma lengua, las mismas leyes, las mismas costumbres. El vino cumplía muchas funciones. Por un lado, era parte necesaria en la dieta. Los legionarios romanos tenían asignada una cantidad diaria de vino dentro de su ración de comida. El vino era necesario en las festividades, siendo indispensable en las celebraciones religiosas y en los banquetes. El nivel alcanzado en la sociedad romana se media por la calidad del vino consumido. La necesidad de vino se satisfacía de dos formas:trayéndolo de fuera de lugares de elaboración prestigiosos o con el abastecimiento local. Excluyendo a los más ricos, que podían permitirse traer golosinas importadas a precio de oro, lo normal era el suministro local. Los romanos construían carreteras, erigían ciudades, templos y tabernas, y plantaban viñedos. El imperio romano era el imperio de la vid, nunca ha sido tan grande. El camino de nuestros valientes viajeros de tiempos remotos cruzaba los mejores viñedos de la Antigüedad, y con probabilidad les acompañaban desde el principio del viaje hasta su destino final.

Una de las construcciones más bellas de París es la torre de Saint Jacques, el lugar de reunión de los caminantes hacia Santiago (Jacques es Santiago en francés). Sólo queda el campanario de la antigua iglesia edificada en el siglo XVI. Según cuenta la leyenda, antes de empezar el camino, en ese lugar se bebían ingentes cantidades de vino. Luego los andarines podían elegir ir hacia el este o hacia el oeste. En ambos casos, el camino está rodeado de viñedos. En España el camino pasa por los rosados navarros, los tintos riojanos y ribereños, los delicados vinos del Bierzo y los refrescantes vinos gallegos. El vino protegía al viajero del agua estancada, llena de gérmenes y peligrosa, aportaba una gran cantidad de calorías, necesarias para las interminables caminatas diarias y se podía transportar sin que se estropeara. La calabaza clásica de todo peregrino está llena de vino, no de agua.

Yo he hecho tres caminos de peregrinación. No lo hice caminando, andar es duro, y mi vieja lesión deportiva no me permite cargar peso. (De joven fui un poco alocado y no me cuide lo suficiente; resultado, me operaron de los dos tobillos y nunca fue lo mismo). La solución fue ir en bicicleta, haciendo pocos kilómetros diarios y manteniendo el contacto con mis compañeros que iban a pie. Por la noche, después de la cena, cuando los exhaustos viajeros tejían la última charla antes de ir a dormir, yo abría una botella de vino. En pocos días se convirtió en tradición, todos esperaban ese momento mágico. Otros peregrinos se unían al grupo y las reuniones compartiendo bebidas y anécdotas se convirtieron en una parte más del viaje, una parte importante. Como en la vida, siempre había alguien nuevo que se unía alrededor de la copas y alguno que ya no volvía. Me gusta pensar que, en el recuerdo de todas las personas que he conocido en mi peregrinar, perduran aquellas noches memorables, en las cuales el vino creaba un espacio intimo para viajeros de todas las edades y nacionalidades y disipaba las diferencias, convirtiéndonos en compañeros y amigos. También me gusta pensar que no inventamos nada, que a lo largo de los siglos, los viajeros de los caminos compartían su vino mientras comentaban las aventuras acontecidas en los largos días bajo el sol, perdidos en los caminos del mundo.

TERROARISTA