Vino falsificado, Sour Grapes y el gran Sherlock Holmes.

Only that I insist upon your dining with us. It will be ready in half an hour. I have oysters and a brace of grouse, with something a little choice in white wines. Watson, you have never yet recognized my merits as a housekeeper». Sherlock Holmes en el Signo de los cuatro, novela de Sir Arthur Conan Doyle.

«Esa es la única razón por la que insisto en que cene con nosotros. Estará listo en media hora. Tengo ostras y un par de perdices, con una pequeña selección de vinos blancos. Watson, usted nunca ha reconocido mis méritos como ama de llaves».

En una de las múltiples adaptaciones del personaje de Sherlock Holmes, más específicamente en la serie Elementary, el detective es contratado para discernir un caso de fraude. En Nueva York hay una venta de vinos de alta gama, léase muy caros, adulterados o falsificados, en todos los restaurantes donde la gente rica va a comer, a cenar, a seducir a sus amantes mucho más jóvenes o a hacer negocios de esos donde la mayoría pierde y solo unos pocos ganan. Sherlock tiene que dilucidar si los sumilleres que han comprado los vinos han sido engañados por el taimado falsificador o bien forman parte de la trama defraudadora. Al ser considerados expertos sus jefes, de hecho la humanidad en general, les otorgan la habilidad o el don de, simplemente degustando el vino, saber si es auténtico o no.

El detective empieza el entrenamiento de sus sentidos de una forma muy peculiar. Tienen un tanque de fermentación en el baño, que la pobre Watson debe mover cada vez que quiere tomar una ducha; cuece pis de gato en una cazuela (en teoría es un aroma que aparece en los vinos elaborados con la uva Sauvignon Blanc) y otros experimentos igual de originales. Al final del capítulo resuelve un asesinato, pero no sabemos si resuelve o no el intrincado caso del vino fraudulento, no nos cuentan el desenlace de la investigación. Y me alegro. Una de las razones por la que nos gusta Sherlock Holmes es por que nos creemos que es capaz de ver donde no vemos, le damos una cualidades especiales para la deducción, para la comprensión de la mente criminal, para interpretar los hechos. Es un personaje icónico de la literatura, del cine, de la televisión, de todos los medios de comunicación, por que nos subyuga y nos enamora con su genio. El personaje se repite indefinidamente a lo largo del siglo XX y principios del XXI. Todos los detectives del siglo imitan alguna de sus habilidades o personalidad. El gran doctor House es en realidad un Holmes de la medicina, y así muchos otros personajes. A todos sin excepción les damos el don, unido a la experiencia y al entrenamiento, de llegar a conclusiones racionales, y por lo tanto creíbles, donde los demás solo vemos caos e incertidumbre. He dicho antes que me alegraba de que no hubiera un final porque ni siquiera el genio del gran Sherlock Holmes podría deducir, solo degustando el vino, si es un vino original o una copia. Simplemente, eso es imposible.

Uvas ácidas (para el gran Sherlock Holmes).

Sour Grapes (uvas ácidas), es un documental protagonizado por Rudy Kurniawan, un personaje de novela, digno rival de Sherlock Holmes. Para mi es uno de los grandes héroes modernos, engaña a los ricos (aunque, siendo sinceros, luego no lo reparte con los pobres) vendiéndoles mercancía fraudulenta. Como todos los héroes modernos, se pudre en una cárcel de los Estados Unidos, no es buena idea engañar a los ricos. Aparece en el mundo del vino de repente, del lejano oriente, y en apenas dos años se convierte en una leyenda. A decir de todos, tiene la mejor bodega privada del planeta. ¿Cómo lo ha conseguido? Siguiendo una estrategia magistral. La primera asistiendo a las principales subastas de vinos de todo el mundo y comprando prácticamente todo lo que sale a la venta, independientemente del precio. Llega a pagar hasta tres veces el precio considerado normal en aquel momento. El dinero no parece un problema. Los periodistas le preguntan por su familia, para saber de donde viene su fortuna; en ese momento el cordial y amable Rudy cambia de cara, se pone muy serio y elude hablar de su familia. Todos piensan en una procedencia oscura del dinero, pero lo aceptan sin protestar, el dinero es dinero. Rudy consigue, en apenas dos años, crear una burbuja, donde los precios del vino suben y suben sin parar. La segunda parte de la estrategia de Rudy consistía en invitar a muchas personalidades públicas a cenas donde se abrían botellas que costaban decenas de miles de euros. Su amabilidad y generosidad eran legendarias. También era considerado, dentro del mundillo, uno de los mejores catadores del planeta.

Sin embargo el bueno de Rudy tenía un secreto. Aprovechando la burbuja creada en el precio de los vinos vendía en subastas sus propios vinos a precios desorbitados. ¿De dónde sacaba tanto vino como para invitar a sus amigos y tener su propia reserva para la venta? Muy sencillo, rellenaba botellas de marcas reconocidas y caras con vino más barato. De hecho era, es, un auténtico experto. Conseguía botellas viejas, imprimía etiquetas basándose en su conocimiento de etiquetas antiguas, conseguía corchos que pasaban por tapones antiguos, hacía auténticas obras de arte de falsificación. Todo el mundo, profesionales, elaboradores, sumilleres, conocedores, todos creían que los vinos eran auténticos. Nadie nunca se dio cuenta. El negocio perfecto, subir los precios y vender falsificaciones caras. No cuento más, el documental merece mucho la pena y creo que todos los amantes del vino deben verlo. Te mueres de envidia de la mala cuando Rudy empieza a abrir botellas de las buenas en fiestas reservadas para unos pocos escogidos.

Uno de los aspectos más fascinantes del fraude de vino es que, los ricos, necesitan detectives para averiguar si las botellas son originales, profesionales que analizan las botellas para determinar si son auténticas. Los métodos utilizados se basan en datar las botellas, investigar si las etiquetas son originales, raspar la suciedad debajo de la cápsula y otros métodos analíticos, nunca catando. Para catar hay que abrir la botella y los que pagan por ellas no quieren botellas abiertas. Y por que es imposible saber si es original solo con la cata.

Pongamos un ejemplo. Supongamos que tenemos que certificar que no es una falsificación, solo catando, un Domaine Ponsot Clos Saint Denis 1966. Para poder certificar que es original deberíamos haber catado muchas veces este vino, cosa que es imposible. Botellas de añadas tan viejas son difíciles de encontrar, y más difícil es degustar más de una. Pero suponiendo que ya hayamos degustado varias, deberíamos preguntarnos cuándo. Los vinos cambian en botella, y si hemos probado este vino hace años, la referencia que tenemos no es válida. Abría que añadir el efecto del corcho. El corcho es un material natural y no hay dos iguales. La diferencia fundamental entre los corchos es que cada uno permite pasar diferentes cantidades de oxígeno. La cantidad de oxigeno que pasa a través del corcho es pequeña, despreciable en cortos espacios de tiempo. Pero para botellas de larga guarda esta diferencia es fundamental, cada vino madura de forma diferente. No es exagerado ni incorrecto afirmar que cada botella es única, solo por el corcho. Por último es necesario saber que Domaine Ponsot empezó a elaborar el Clos Saint Denis a partir de 1982 (con esta información sí podemos afirmar, el vino es falso).

Tuve la suerte de abrir cuatro botellas de Viña Tondonia de 1964. Fue en la propia bodega, de cuatro botellas que venían del mismo sitio, del mismo dormitorio donde descansaban tranquilas. Habían estado siempre juntas, no habían sido sometidas a ningún viaje ni a ninguna amenaza exterior. De ser iguales, deberían ser estas cuatro muestras. Abrimos todas las botellas y eran muy diferentes, probablemente por efecto del corcho.

Resumiendo, la falta de referencias anteriores, el efecto individualizador del corcho y el cambio producido en cada botella, hace imposible saber si el vino es original solo por la cata. Ni siquiera el gran Sherlock podría.

Los alegres amigos de Rudy tragaban el vino falsificado pensando que bebían marcas míticas. Los ricos pagaron, y siguen pagando, no se sabe cuantas botellas de Rudy hay en las colecciones privadas y en los restaurantes, sumas desorbitadas por vinos baratos (jeje). El pobre Rudy está en la cárcel echando de menos las marcas míticas de vino mucho más que a sus familiares y amigos.

El fraude.

El vino es uno de los objetos más golosos par falsificar. Por un lado el beneficio es grandísimo y por otro es muy difícil certificar si es una falsificación (si esta medianamente bien hecho). Otro documental bastante interesante es “Red obsession” sobre la moda de beber vino caro en China. Los chinos ricos quieren vinos caros, en especial vinos de Burdeos. La marca más demanda es Château Lafite. La venta es tan grande que excede con mucho la producción de la bodega. Se calcula que la mitad de Château Lafite vendido en China es falso, llegando a afirmar ciertas fuentes que las falsificaciones llegan a ocupar el 80% del mercado. Veo que una sonrisa aparece en todas las caras. Estos chinos, que tontos son. Sin embargo si prestamos atención aparecen fraudes cada poco tiempo. Simplemente esta año la policía ha detenido a una banda en España por falsificar y distribuir botellas de vino. Estaban especializado en bodegas de Ribera del Duero de alta gama. Compraban vino barato y rellenaban botellas, ponían etiquetas y corchos y las vendían caras. Se estima una falsificación de unas 1500 botellas. La trama se ha destapado no porque alguien dijera, “este vino es una falsificación”, sino porque una de las bodegas denuncio la venta masiva de su producto, en más cantidad de lo producido.

La falsificación de botellas caras es solo el aspecto más llamativo y cinematográfico del fraude, y por supuesto el más escaso (el público objetivo son los ricos). Otro caso muy llamativo ha sido el vino barato comprado en España, embotellado en Francia y vendido como vino francés. En las etiquetas de las botellas aparecía “embotellado en Francia” o directamente “Producto de Francia”. Al entrar en un bistro y pedir el vino de la casa, millones de turistas y clientes del lugar, bebían vino de 50 céntimos procedente de tierras españolas. Se estima que el fraude es de 10 millones de botellas.

Esto es la punta del iceberg. Acabamos de comentar la dificultad de encontrar y desmantelar las mafias dedicadas a falsificar; es muy probable que la mayoría actúe sin miedo y existan millones de botellas fraudulentas.

TERROARISTAS

PD- El personaje de Sherlock Holmes es mucho más conocido que su creador, el escritor escoces Sir Arthur Conan Doyle. Ha sido llevado tantas veces a la pantalla y ha tenido tantas revisiones literarias y televisivas que es sin duda uno de los personajes más icónicos del siglo XX y probablemente del XXI. Doyle escribió cuatro novelas y 56 relatos cortos. El narrador principal es su compañero y amigo el Doctor Watson, fiel compañero del protagonista. Las novelas son entretenidas, están escritas con maestría y son de indispensable lectura, pero donde de verdad encontramos el genio de Holmes es en los relatos cortos. En ellos vamos descubriendo la personalidad, con sus defectos y virtudes, del protagonista, acompañado de otros personajes secundarios tan atractivos, enigmáticos e inteligentes como el propio Sherlock; Irene Adler, la mujer que logra derrotarlo; el profesor Moriarty, el criminal más inteligente y letal de todos los tiempos, archienemigo del detective; Mycroft, el hermano, del que Sherlock siempre dice que es más listo que él. En fin, el mundo de uno de los personajes más conseguidos de la historia universal.

Holmes y Watson pertenecían a la burguesía acomodada inglesa de finales del siglo XIX. Como buenos ingleses eran aficionados a beber buenos vinos. Al ser Sherlock uno de los personajes con más capacidad de obsesionar a sus seguidores existe, obviamente, un pequeño libro en el que se recogen todos los vinos bebidos en sus aventuras por los dos amigos protagonistas. Oporto, Borgoña, Burdeos (los famosos claretes, la forma de llamar a los grandes vinos de Burdeos en Inglaterra), todos aparecen en este pequeños libro, una delicia para los más frikis. Incluso encontramos el nombre de su vinoteca favorita, Mr Vamberry, donde elige la «pequeña selección de vinos blancos», casi siempre algún Borgoña de Montrachet o Meursault. The Oenologic Sherlock Holmes.