Vino y salud, toda la verdad (o casi), Parte II.

«No soy hombre de  una sola copa de vino» frase escuchada en un telefilm esta tarde. La pronuncia, como no, el malo de la peli.

La principal motivación para escribir este artículo, mucho más que dar una información sin duda fiable, es la responsabilidad que tenemos los escritores sobre vino sobre las consecuencias de su consumo. Escuchamos tantas veces el mantra «Consume con moderación», nos desinforman desde tantos sectores con los posibles beneficios de un consumo mínimo o nos aseguran la inocuidad cuando la exposición a la sustancia es baja que todos nos pensamos que lo que hacemos, el acto de beber, no tiene consecuencias.

Una de las primeras es el alcoholismo, una de las lacras de la sociedad. Daría para otro artículo el aumento del alcoholismo en Europa con la creciente desigualdad social. Sin ser tan alarmistas, no creo que nuestros escritos aumenten el número de adictos, sí debemos informar sobre las posibles consecuencias del consumo prolongado de alcohol. Para ello, para estar seguro de lo que hablo, he recurrido a una amiga mía, Doctora en neurología. La he presentado en el post anterior. He hecho algunas preguntas; estas son las respuestas.

¿Qué ocurre en el cerebro cuando consumimos alcohol?.

El alcohol actúa sobre las membranas de nuestras neuronas. Incluso a dosis bajas, es capaz de interferir sobre los sistemas de neurotransmisión –comunicación que se establece habitualmente entre nuestras neuronas para que funcionen- que se localizan en estas membranas: modifica los receptores de la membrana neuronal del tipo NMDA, serotoninérgicos, gabaérgicos y beta-adrenérgicos; y también altera la función de los factores de crecimiento nervioso que intervienen en la señalización celular.

Así p ejemplo el etanol inhibe los receptores NMDA, lo que ocasiona que se aumente la actividad glutamatérgica – de otro neurotransmisor, glutamato- y que es responsable de producir daño neuronal. Enfermedades neurológicas que, entre otras cosas, se derivan de un exceso de glutamato son p. ej la epilepsia y la esclerosis lateral amiotrófica.

¿Tiene el alcohol un efecto beneficioso en el organismo al aumentar la felicidad de las personas?.

Si.. y no. La felicidad es beneficiosa para la actividad/rendimiento cerebral, sí; y sobretodo cuando es una felicidad generada-mantenida por el propio individuo, no por un agente “externo” como puede ser el alcohol. El alcohol genera una felicidad “transitoria” y dosis-dependiente: en nuestro cerebro, tiene un efecto euforizante a una determinada dosis, a partir de la cual provoca el efecto contrario, depresión y apatía.

O sea que decir que el alcohol es beneficioso porque genera felicidad en las personas… creo que es inexacto. Ahora bien, si consideramos la felicidad generada no por el alcohol en sí, sino por el hecho de beber una copa de vino como acto social, como hobby del que disfrutar periódicamente, pues podría ser que sí.

Como siempre, dependerá de cada caso, de las dosis, de las personas… habrá que establecer el balance beneficio/riesgo más adecuado.

Si vamos a beber, ¿cuál es la recomendación de una neuróloga?

Que seamos ya adultos mayorcitos –hay alguna evidencia de que el cerebro sería menos vulnerable a partir de los 50 años- , que sea vino tinto –mas saludable que bebidas destiladas de alta graduación-, y que no sobrepasemos la cantidad leve-moderada considerada -salvo excepciones- por la comunidad científica con bajo riesgo de producir daños en el organismo.

¿Cuáles son los grupos de riesgo o de enfermos que nunca deben tomar alcohol?.

NO deberían tomar alcohol, ya que no existe en estos grupos una cantidad considerada de “bajo riesgo”:

  • niños y adolescentes, con el cerebro aún en desarrollo, más vulnerable a los efectos nocivos del alcohol que el cerebro adulto;
  • mujeres embarazadas, por el efecto nocivo sobre el feto (síndrome alcohólico-fetal, trastornos de desarrollo en el feto si la madre consume alcohol de forma continuada);
  • pacientes afectos de hepatopatías, miocardiopatías, gastritis y/o epilepsia, por la descompensación que el alcohol puede provocar sobre su enfermedad;
  • afectos de alcoholismo –dependencia patológica del consumo de alcohol y/o con antecdentes familiares de dicha enfermedad;
  • y pacientes polimedicados, porque el alcohol potencia los efectos secundarios de muchos medicamentos y provoca otros.

Como siempre, habrá que considerar en cada caso el balance beneficio/riesgo más adecuado: beber una copa de vino puede ser suficiente para provocar encefalopatía severa (coma) a un individuo que padezca una enfermedad grave del hígado, pero no creo que a una mujer embarazada sana –ni al futuro bebé- le suponga ningún problema un día puntual.

¿Qué problemas neuronales provoca el consumo habitual de alcohol?.

El efecto tóxico del alcohol afecta sobretodo a las neuronas de la corteza cerebral del lóbulo frontal, lo que conlleva alteraciones conductuales y neuropsicológicas: agresividad, fallos de memoria, delirios paranoides…. fluctuantes en intensidad, en cada momento y en cada individuo, dependiendo de dosis etc. La intoxicación crónica de alcohol, por sí sola y sin otras circunstancias asociadas, se ha visto en pruebas de imagen cerebral que produce un daño en la sustancia blanca cerebral, con ensanchamiento de los surcos corticales y dilatación ventricular (atrofia cerebral). Aunque la correlación de estos hallazgos con los síntomas de cada sujeto es pobre. El daño que produce varía entre razas, sexo, condicionantes genéticos etc.

¿Aumentan las probabilidades de enfermedades degenerativas?.

SI, claramente demostrado que si el consumo es elevado, desencadena enfermedades neurodegenerativas específicas (psicosis-demencia de Korsakof, demencia alcohólica) y predispone a deterioro cognitivo y enfermedad de Alzheimer. Cuando el consumo es leve o leve-moderado no está tan claro, pero estudios recientes sí que demuestran pérdida de conexiones neuronales, lo que llevaría a la anticipación del deterioro cognitivo.

Basándose en las últimas evidencias, las Autoridades Sanitarias del Reino Unido en el año 2016 decidieron bajar el umbral hasta entonces considerado “seguro” a 14-21 unidades de bebida alcohólica (14-21 copas de vino p ej) a la semana en adultos sanos, con la polémica esperable claro… en EEUU sigue estipulado en 24.5 unidades por semana el conumo “seguro”.

Aunque suene alarmista, se podría decir que el alcohol es tóxico para el cerebro desde el minuto 1 y desde el primer gramo…

Como doctora, ¿me recomiendas cambiar de oficio?.

NO, ya que tu oficio te hace feliz, te motiva a seguir aprendiendo, descubriendo… y mantener el cerebro activo está claramente demostrado que protege a tu cerebro del envejecimiento precoz.

Pero bebe asumiendo el mínimo riesgo: es decir, no superar más de 2-3vasos de vino al día (14-21 a la semana), y mejor de vino tinto que de alcoholes de mayor gradación; en tu caso como eres alto tu volumen de distribución te permitirá acercarte más a 3 copas que a 2, supongo… pero no te confíes ;)… consumo responsable y con cabeza,   cualidades q has ido demostrando con creces 😉

Resumiendo-concluyendo:

  • no confundir consumo de “bajo riesgo” con consumo beneficioso. Que pueda usarse con seguridad en la mayoría de los sujetos no es lo mismo que decir que es beneficioso, ni por ello recomendable. La recomendación médica es del tipo “evite el consumo de alcohol en la medida de lo posible” , sin sobrepasar en ningún caso los límites establecidos como “de bajo riesgo”. Y nunca del tipo “coma sin sal, haga deporte, y beba 1 vaso de vino al día”.
  • A día de hoy los límites establecidos como de bajo riesgo son, en hombres: 2-3 vasos de vino/día, 5-7 días a la semana; y en mujeres la mitad
  • los beneficios del alcohol, a dosis moderadas, solo han sido “demostrados” * en el ámbito de las enfermedades cardiovasculares. Que son muy frecuentes, sí, pero no las únicas que padecemos los seres humanos.

*la demostración se ha realizado en estudios poblacionales y observacionales, no exentos de sesgos y factores de confusión, y no doble ciego (tipo de estudio del que se podrían extraer conclusiones fiables y extrapolables a la población). En este caso, estos estudios doble ciego no se podrán realizar nunca en humanos, por razones éticas.

  • A nivel del cerebro, hasta hoy no se ha “demostrado” ningún efecto protector ni beneficioso del alcohol. Hay que conformarse, de nuevo, con los niveles establecidos “de bajo riesgo” y sopesar las circunstancias individuales.
  • Habrá que entender el beberse 1 copa de vino como un capricho-delicatessen, más que como un hábito saludable. Un capricho de bajo riesgo que nos permite socializar, degustar una buena comida… es decir, con ventajas muy interesantes.

Disfrutar de un consumo responsable es la mejor opción, en condiciones normales de un adulto sano.

VIKY DOCTORA BARCELONA.

Bibliografía:

  • Moderate alcohol consumption as risk factor for adverse brain outcomesand cognitive decline: longitudinal cohort study. Topiwala et al. Oxford, UK.

BMJ 2017;357:j2353 doi:10.1136/bmj.2353 (Published June 2017). Open acces.

  • Zarranz JJ. Neurología
  • Merrits`s Neurology. L P Rowland.
  • Sex and gender-related differences in alcohol use and its consequences. Erol A and Karpyak VM. 2015. http://dx.doi.org/10.1016/j.drugalcdep.2015.08.023
  • Moderate-Heavy Alcohol consumtion lyfestyle in older adults is associated with altered central executive network community structure during cognitive task. Mayhugh RE et al. PLOSone 2016. DOI:10.1371/journal.pone.0160214
  • UptoDate.com 2018

Está es la segunda parte del artículo, Vino y salud, toda la verdad (o casi), parte l.