Dos noches en el Palacio de Canedo; Prada a Tope.

En la radio suena railway to the hell (autopista hacia el infierno, AC/DC). Aplastado por el calor esto es más la autovía “del” infierno. Conduzco despacio por la terrible estepa castellana, polvo, sudor y sueño. El monótono paisaje, demasiado amarillo para la época, arde en el silencio de la tarde eterna. El moderno aire acondicionado de mi buga de 36 años es la ventanilla bajada, la alergia hincha mis los ojos, el brillo cegador aturde mi cerebro agotado de antiestamínicos y, en definitiva, el tiempo parece congelado en el inmóvil paisaje. Me consuela el constante tintineo de las botellas en el maletero y la confianza de pasar un día con un elaborador de vinos bastante especial. Voy al Bierzo, a un pueblecito llamado Canedo. Mi destino, cuando los tonos amarillos casi iguales pero sutilmente diferentes de la abrasada tierra castellana cambien, y descienda hacia un valle más verde, con más árboles, con montañas protegiéndolo alrededor, y suba una de sus laderas encontraré, El Palacio de Canedo.

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El Palacio es una antigua casona del siglo XVIII totalmente restaurada. Aparco debajo de un árbol, saco los vinos y me dirijo a la recepción. En la tienda, en cuyo mostrador se dan las llaves de las habitaciones, me atiende Sara. Con amabilidad me ayuda a guardar los vinos en la cámara, me da la llave y me acompaña a mi habitación, la número 1. Dejo mis cosas y rápido bajo a la terraza-mirador del primer piso. Abro mi libro, pido un vino blanco de godello, cierro el libro y me quedo absorto en el suave anochecer, rodeado de pájaros y viñedos, mientras a mis píes yace el elegante valle con sus gigantescos brazos abiertos. Dentro de poco oiré; “es de una belleza inconmensurable”. No puedo estar más de acuerdo.

Bebo algún vino más, que no digan por ahí que Terroarista es un flojillo, disfruto mientras el sol retrocede a regañadientes vencido por las sombras. Mañana volverá vengativo y abrasador pero, en este momento, se doblega humillado en el último rincón del valle. Subo a la habitación, veo una peli, dejo que me arrulle el suave sonido del alcohol de parranda por mis arterias. Mañana conoceré al singular personaje escondido bajo su rotunda marca; Prada a Tope.

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Prada a Tope.

Prada a Tope es una marca. El Palacio de Canedo es su cuartel general. Ofrecen servicios enoturísticos, hospedería, restauración, venta de envasados de calidad con productos autóctonos del Bierzo, vinagres de mencía criados por el sistema de criaderas y soleras, embutidos, vinos, etc. El éxito fue tan grande que en 1989, si mis datos son correctos, empezaron a instalar tiendas y restaurantes con la misma filosofía en régimen de franquicia. El vino, poco a poco, fue tomando cada vez más protagonismo. Una nave de elaboración y crianza fue añadida a un costado del palacio. Las viñas rodean y amplían la vista hacia el horizonte haciendo del antiguo palacio un chateâu (palabra francesa que significa castillo; referido exclusivamente al vino se refiere a una explotación vinícola rodeada de viñedo). Un curioso cartel se repite en cada rincón del palacio, de los viñedos, de la bodega. El dibujo en blanco y negro de un hombre con un mechón de pelo negro tipo rockabilly, con unas gafas de sol redondeadas de las que llevaban los policías en las películas y con una leyenda que pone “Prada a Tope”

Durante la comida conozco a Prada. Habla sin parar, con gracia, encadenando una exageración imposible con otra.

“Nuestras viñas son indescriptible, de una belleza absoluta”.

“Los productos del Bierzo son los mejores del mundo”.

“Hemos asfaltado el viñedo, esto es mucho mejor que Hollywood”.

“Todo es ecológico, desde el principio. Las castañas, los pimientos, el membrillo…y por supuesto los vinos. Somos ecológicos desde siempre, mucho antes de que la mayoría supiera que significaba, por que nos interesa dejar el mundo mejor de como lo encontramos. La calidad de nuestros productos es inconmensurable”.

Cuando acabamos de comer nos enseña las habitaciones de la posada. La mía está muy bien, con unas impresionantes vistas al viñedo y al valle, pero es la más básica en las instalaciones. Cada habitación es diferente y responde al gusto personal de Prada, que ha elegido hasta el más pequeño de los detalles. Es un lugar de ensueño. Puede no gustarte alguna de los caprichos que se permite el dueño, como una silla con brazos que esconde el inodoro, pero el resultado es algo único que dice mucho de la mente creadora. Puertas procedentes de antiguas cárceles, pilas de piedra en casi todas las habitaciones de origen diverso, vidrieras, pasamanos, servicios… todos diferentes. Los cabeceros están tallados a mano, los espejos de los baños no están a la altura de los ojos, sino inclinados en ángulo apoyados en la pila de piedra; de esta forma puedes mirar por la ventana las vistas del valle mientras te cepillas los dientes o te afeitas. Dentro de la nave de la bodega ha habilitado una zona para seis habitaciones más, aprovechando las vistas. Cogemos un jeep, un coche verde donde está el mismo dibujo del hombre con gafas y la leyenda Prada a Tope.

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Prada– He llegado a una conclusión; cuando tres o cuatro personas me dicen que no lo haga, que no se puede, que es un locura, siempre lo llevo a cabo. Es la mejor forma de saber que estoy en lo cierto. Hemos asfaltado los viñedos, o al menos el camino que nos permite acceder a la parte del viñedo que queramos visitar. Disponemos de varios cochecitos eléctricos, de esos de golf, para transportar a los visitantes. Muchos deniegan visitar los viñedos por problemas de movilidad. Nosotros les montamos en los coches y les traemos hasta aquí, ¡las mejores vistas de viñas del mundo!.

Al bajar visitamos la nave donde hacen vinagre. Compran vino de mencía y lo envejecen con el sistema de criaderas y soleras durante años, como unos 4, antes de ponerlo a la venta. Las barricas son las barricas viejas utilizadas por ellos en el vino. De vuelta nos habla de su Fundación. Dedican dinero a mantener y mejorar el entorno rural de la zona. Iniciativas y becas para mantener el patrimonio, fijar población, embellecer el pueblo, etc. Ha plantado en tierras de su propiedad más de cuarenta variedades diferentes de árboles para crear un “bosque didáctico”, para las futuras generaciones. Al pasar por un bosquecito nos dice que son robles. Los ha plantado sin intención empresarial, solo por que le gustan.

Prada– Mis vinos son honrados, de hecho, mi intención es ser honrado, honrado conmigo mismo. Soy de aquí y no quiero ocultarlo; mis vinos son de aquí, como yo. Al volver al palacio y antes de la visita veo un curioso coche, un renault 8 totalmente tuneado, con grandes cuernos en el parabrisas, puertas de madera y la leyenda tantas veces repetidas, “Prada a Tope”.

Prada– Con este coche me fui a Londres, a Picadilly Circus. Cuando me veían nadie se creía que era español.

Dentro del coche hay una foto. Es el hombre con el flequillo roquero y las gafas chulescas, Prada de joven. Nos enseña la nave donde preparan los envasados. Solo entrar un aroma celestial nos envuelve.

Prada– Aquí todo es ecológico, de nuestra propia cosecha. Hacemos pimiento, en este horno, castañas, higos, cerezas. Hoy han estado haciendo las cerezas en aguardiente. También hacemos las mermeladas, el membrillo, todo.

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Nos deja con el enólogo para visitar la bodega. Cuando se va nos deja el silencio sideral posterior a un tsunami. Jose Manuel, el enólogo, nos enseña la bodega mientras nos cuenta los entresijos de la empresa.

Jose Manuel– Era químico, y entre en la empresa como becario. Cuando se fue el enólogo me ofrecieron trabajar aquí. Estudie enología mientras ayudaba a elaborar el vino. Me he criado aquí. Todas las uvas que procesamos son propias. Mi lucha es en el viñedo, quiero embotellar un cacho de paisaje. Elaboramos bastantes vinos más otros proyectos que interesan a Prada, una locura. También hacemos espumosos, vermú, limonada. La limonada es un tipo de sangría, un vino endulzado en el cual se infusionan frutas frescas. La limonada es una bebida tradicional en la época de Semana Santa en León. Nosotros queremos hacer un producto de calidad, lejos de la sangría peleona, e invitar a su consumo fuera de su época tradicional de consumo. También hacemos vermú, Prada lo ha llamado Biermú , del Bierzo. El blanco con godello y el tinto con mencía. Siempre por infusión de hiervas y especias ecológicas. Nos enseña el vino espumoso con las levaduras. Tenemos la suerte  de ver como degüellan unos cientos de botellas, visitamos la nave de elaboración y la de barricas.

Jose Manuel– La mencía, la variedad autóctona del Bierzo, es una señorita, es delicada, hay que conquistarla. Mi labor es tutelar que no se pierda la elegancia respetando la esencia de la tierra.

Nos despedimos y salimos a la tarde huidiza. Flor, la mujer de Prada, me ha invitado a cenar. Han habilitado un antigua palomar como pequeño refugio donde dormir. Cenamos rodeados de viñedos, escuchando el murmullo del agua de la fuente, el croar de los grillos, el mundo de la noche en el campo. La velada transcurre plácida, entre risas y vino.

Prada– El éxito no esta relacionado con el dinero, sino con la felicidad. Plantar un árbol, hacer lo que uno quiere, intentar dejar algo bueno para las futuras generaciones. Los ricos mueren pobres, es una verdad absoluta.

De vez en cuando me agarra del brazo y se ríe. Cree que no le entiendo o que no capto su humor o que me escandalizo. No es así; detrás de su desmesura, detrás de su personaje algo pendenciero y tremendamente personal, hay un empresario trabajador, un astuto hombre de negocios, un jefe benévolo, un vecino responsable, un compañero de mesa divertido, un hombre que mira a su alrededor para ver su obra, los viñedos, los árboles, el palacio al fondo. Tiene la virtud de confiar en su criterio y, como tiene ideas y las lleva a cabo, le convierte en un visionario. Ha sabido rodearse de personas a las que trata bien, da confianza y permite expresarse. El éxito, o el fracaso, es de todos. La amabilidad no fingida me hace sentir en casa. Al acabar la cena cogemos el coche y subimos a la montaña, a la finca el Picantal, casi en la cima de la colina. Damos un paseo por los viñedos bajo la luz espectral de las estrellas. Bajamos por el bosquecito dando botes, llegamos al palacio y me dirijo a mi habitación, cerca de ese estado un tanto desprestigiado en nuestra época, tan moderna, llamado felicidad.

Mañana desayunaré en la balconada sobre el valle, oyendo los gallos, los pájaros, “los tenemos en nómina”- dice Prada, el susurro apagado de la viña al despertar. Todas las personas de la hacienda son amables y serviciales. “Nuestra amabilidad es inconmensurable”, diría Prada. Esta vez no puedo estar de acuerdo. La amabilidad es medible, o al menos lo son sus resultados.

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Los vinos:

Blanco, godello criado en lías. Pruebo el 2015 y el 2016. Este último ha pasado 6 meses con sus lías con bazuqueos periódicos. Las levaduras son autóctonas. Todavía está creciendo, estará mejor dentro de unos meses. El 2015 esta en su momento óptimo, fresco, interesante, muy varietal. Godello del Bierzo en estado puro.

Rosado 2015 y 2016, 70% mencía 30% godello. Vino rosado bastante bonito, algo más cansado el 2015 pero todavía fresco. Fruta sin complicaciones en un vino refrescante.

Tinto maceración carbónica. Fuimos los primeros en intentarlo y, de momento, los únicos que lo elaboramos con mencía. Queremos conseguir la expresión frutal más intensa que pueda expresar la variedad. La vendimia es a mano, utilizamos solo uvas de calidad, y nuestra intención es hacer un vino joven algo más longevo. Pruebo 2015 y 2016. El 2015 empieza a dar síntomas de agotamiento, pero ha aguantado bien el paso del tiempo. El 2016 es muy frutal, una bomba de chuches y chicle de fresa, con muy buena acidez, sorprendentemente largo.

El Picantal 2011, vino de alta expresión. Uvas de una única finca, la más alta de la propiedad, ha 900 metros de altitud. Elegante y potente, en buen equilibrio, mineral y terroso. Le quedan años por delante. Un camino para comprender hasta donde puede llegar la variedad mencía en altura.

Xamprada rosado extra brut. 50% mencía 50% godello. Vino de sangrado. Tiempo mínimo en pupitre, 10 meses. Burbuja crocante, explota con alegría en la primera parte de la boca. Tiene cuerpo, envuelve, fresco y sin complicaciones. Notas de levaduras agradables. Sorprendente.

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Xamprada reserva extra brut 2011, godello y chardonnay. Fecha de degüelle en la etiqueta, junio de 2016. Vino de larga crianza con sus lías. Muy complejo, burbuja elegante y cremosa, explota en el fondo de la boca como un suspiro. Muy fresco, es un auténtico descubrimiento.