Concurso Mejor Sumiller de España. Día 1.

Fuimos unos cuantos amigos y conocidos al Campeonato de Mejor Sumiller de España. Fuimos como participantes de la competición. Para poder competir primero debes pertenecer a una asociación provincial de sumilleres adscrita a la UAES y después clasificarte para la final nacional participando y consiguiendo un buen puesto en las semifinales organizadas por cada Comunidad Autónoma. Cada asociación provincial tiene derecho a presentar dos participantes a la gran final, los mejores clasificados en cada campeonato regional.

La competición esta organizada por la UAES, Unión de Asociaciones Españolas de Sumilleres, y es la encargada de coordinar y tutelar el correcto desarrollo del campeonato.

Allí fuimos. Durante dos días frenéticos hay pruebas de clasificación, catas magistrales, visitas concertadas, cenas fraternales y, sobre todo, estableces relación con los mejores profesionales del trabajo en sala del sector de hostelería de este país. Algunos nos hemos hecho amigos, nos divertimos contándonos cosas increíbles sobre vinos, sobre elaboradores, sobre nuestro trabajo.

La gran final se desarrolló en León los días 19 y 20 de Octubre. Llegamos al hotel y al inscribirnos nos informan de que la habitación adjudicada debemos compartirla entre tres. Normalmente suele ser para dos pero por motivos no explicados suficientemente, esta vez, y solo nosotros, eso queda claro, debemos aguantarnos. Dejamos las cosas y bajamos corriendo a acreditarnos. Hemos llegado bastante justos.La semifinal para elegir los tres mejores que pasarán a la gran final de mañana empieza a las 16.30 y son las 15.30, por lo cual ya bajamos disfrazados de sumiller, exigencia recogida explícitamente en una de las bases del Reglamento del Concurso Oficial. El traje debe ser negro, con corbata o pajarita sobre camisa blanca, zapatos negros, mandil y testavín (aparato inútil, incómodo y anticuado).
Generalmente suelen venir unas cuantas bodegas a estos eventos a promocionar sus vinos. Exacto, ahí están. Empezamos a beber unos cuantos vinos antes de la semifinal y sin haber comido nada. A las 16.30 nos congregamos ante las puerta del salón donde se va a efectuar la semifinal. Como siempre, y esto es algo a mejorar, empieza con retraso.

Nos sentamos todos en el sitio asignado. Los nervios rechinan. Empieza la semifinal.

Pruebas de selección de los finalistas.

Cuando te sientas, tienes tres copas delante. En una hay un vino al parecer blanco, otra con un vino tinto y otra con un producto. La prueba consiste en la cata completa de cada vino y del producto. El tiempo del que disponemos para desarrollar la prueba es de 30 minutos.La metodología a seguir es la de la cata internacional y esta es la valoración de cada uno de los pasos.

EXAMEN VISUAL 2

EXAMEN OLFATIVO 4

EXAMEN GUSTATIVO  6

VARIEDAD 1

DENOMINACIÓN 1

AÑADA 1

FUTURO 1

MARIDAJES 3

TEMPERATURA DE SERVICIO 1

Hice la cata lo mejor que pude. Hay tiempo de sobra en 30 minutos y cualquiera que haya entrenado un poco los sentidos y mecanizado cada uno de los pasos puede realizar la prueba sin muchos inconvenientes y con una alta probabilidad de conseguir un buen número de puntos. Otra cosa bien distinta es averiguar la variedad o acertar la añada. En realidad, acertar la añada o la variedad es lo de menos, o al menos esa es la información de la que disponemos antes de empezar la prueba, pero si nos preguntan, todo el mundo da por hecho la siguiente suposición; si aciertas la variedad, sacas más puntos. Y por encima de todo, si aciertas te crees que ha sido por tu habilidad y no por pura suerte. Piénsenlo así; si hay muchos participantes las posibilidades de acertar son mayores y es posible acertar la variedad y la zona por mera probabilidad estadística, alguno, incluso el más improbable, va a tener esa suerte. Pero desde ese momento es respetado por su habilidad.

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Después de mis pesquisas y de mi atento análisis de los vinos y de los destilados deduje lo siguiente:

Vino blanco. Era realmente difícil y no tenía mucha idea. Me arriesgue aventurando que era un vino elaborado con la variedad albarín, con algo de barrica.

Vino tinto. Me pareció bastante atlántico, directo, de buen cuerpo, algo falto de aromas identificables. Apunte un prieto picudo. Lo se, como el campeonato era en León pude ambas variedades de la zona. Puestos a arriesgar, me la jugué con vinos locales.

Producto: alcohólico, ahumado, muy aromático. Me pareció un mezcal y puse mezcal.

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Cuando terminamos nos dieron 5 minutos para correr al baño y volver a hacer el examen, la prueba teórica. Son 50 preguntas de lo más enrevesadas. Todos los años repiten alguna pregunta, lo cual es bueno para los repetidores, una ayudita extra para compensar a los sumilleres que año tras año lo intentamos.

Repitieron cuatro preguntas de otros años. Las otra 46 trataban sobre los siguientes temas:

Viticultura, enología, marcas de vinos, maridaje, legislación española y europea sobre productos agroalimentarios, tipos de roble, quesos, vinagres, aceites, tés, cafés, cigarros puros, cacao, protocolo en el servicio y atención al cliente en un restaurante, elaboración de una carta de vinos y su oferta, aguas minerales, tipos de pan, harinas y masas panaderas y varios temas más todos con alguna relación, cercana o lejana, relacionadas con el trabajo de un sumiller.

 

Una hora y media después sales del examen sudado, dudando de tu inteligencia, sintiéndote un auténtico zoquete y hambriento. Lo habitual es comentar con el resto de los participantes las respuestas. Tu expresión de perplejo asombro aumenta a la par que tu impresión de fracaso.

 

¿Cómo se llama en Sudáfrica a la variedad Chenin Blanc?

¿Cuáles eran las formas de poda en pulgares?

¿Cuatro tipos de maderas francesas para construir barricas?.

¿Y el vino de Marruecos?.

 

Algunos parecen saber una gran cantidad de respuestas. En mi opinión a sido un examen difícil pero las preguntas eran claras y al menos la mitad eran asequibles si habías estudiado antes. Veo a mis colegas y me dirijo pensativo hacia la puerta.

 

Nos reunimos todos y vamos a las catas programadas. Como siempre, el retraso se va acumulando. Estamos hambrientos, algo cansados después de las emociones del examen, el viaje de ida y por ese pesimismo tan humano de derrota. Nos quedan dos catas por delante. Los patrocinadores están esperando a los sumilleres, los amados prescriptores capaces de recomendar sus productos, el último vinculo entre su producto y el cliente. Nos sometemos pacientemente a las explicaciones de los vinos. En cualquier otra situación una presentación de vinos y licores es motivo de una gran alegría, pero el día es largo y estamos un poco saturados. Aún así, catamos los vinos con amor.

Cuando se acaba debemos abandonar la sala. Deben cambiar las copas y preparar la sala para otra cata, ahora de cognac Martel. El retraso se acumula y nosotros estamos famélicos. La cata de Martel está genial. Cuando acaba nos vamos a cenar.

Cuando por fin comemos todo cambia. Tenemos tiempo para hablar con nuestros compañeros de profesión. Sin duda, y todos estamos de acuerdo, lo más divertido e interesante, el motivo real para acudir a esta competición es restablecer la relación con el resto de amigos frikis por el vino. Preguntas por el año, donde están ahora, con cuantas referencias de vinos trabajan, como elaboran un menú de maridaje, cual es su restaurante favorito, que han catado interesante últimamente. Un sumiller y buen amigo de Soria, conocido como el Soriano, empezó el año pasado una tradición con el compañero de Asturias. Nos llamaron a unos cuantos y nos propusieron llevar alguna botella de vino especial para beberlas por la noche. Eso hicimos el año pasado y eso hemos hecho este año. Acabada la cena, pedimos permiso al recepcionista para invadir la cafetería y, sin hacer tanto ruido como solemos, empezar a beber los vinos.

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Es el momento álgido de la competición. Cada uno de nosotros ha llevado dos botellas en principio interesantes. No es que seamos unos borrachuzos, al final siempre se apunta alguno de los colegas que por olvido o por no haberle avisado a tiempo no trae nada. El sumiller de Palencia, uno de nuestros colegas más queridos y preparados pertenece a este grupo de “no lo sabía”. Ha prometido traer 3 botellas el año que viene. Los gallegos fueron los más salados de la reunión y los vinos traídos desde Galicia los más interesantes, tal y como corresponde a la zona de vinos emergente más pujante del país. Los murcianos eran dos hermanos muy salados y los vinos nos recordaron el calor del Mediterráneo. A pesar de la gran defensa de la selección de las botellas de uno de los asociados de Burgos y de no carecer de cierta gracia en su exposición los vinos resultaron algo dudosos y con un oscuro pasado. Curiosamente, esta asociación perdida en la inmensa y gélida llanura Castellana es una de las más activas de España y en esta edición es la que más participantes ha clasificado para la gran final, tres en lugar de dos. También es la única asociación con un presidente mujer, una presidenta. Aportó a la tertulia su glamuroso estilo y una botella de Dom Perignon. A lo largo de la noche iban apareciendo otros compañeros algo sorprendidos por la reunión alcohólica a tan altas horas de la noche. Un poco mas tarde apareció Guille, sumiller del restaurante Mugaritz y máximo favorito para ganar mañana. Es joven, guaperas, listo, amable y super majo. Es el sumiller ideal para cualquier asociación (por no decir el hijo que cualquier madre le gustaría tener). Trajo un champagne que dejo muy pequeño al mítico Dom Perignon. Se retiro pronto, para él mañana es un día importante. Es un orgullo poder decir que Guille es seguidor de este humilde blog.

 

Eran más de las cuatro de la mañana cuando nos fuimos a dormir. Con esto se acaba el primer día