El señor Bob y de como Alice Feiring no salvo al mundo.

El señor Bob.

Cuenta la leyenda que el joven Bob vino a Europa a ver a su novia, por aquel entonces estudiante en la bohemia Francia de finales de los 60. Ajustado de presupuesto, empezó a beber vino en lugar de coca-cola, era mucho más barato. De la vieja Europa al joven Bob se trajo dos amores. Con una se caso y es su actual mujer. La otra, una pasión rayana con la obsesión. Una pasión muy cara. En 1973 acabo la carrera y ejerció de abogado durante 10 años. Durante esta década, el ya Mr. Parker tuvo una intuición genial, fue tremendamente astuto y tuvo algo de suerte.

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Mr. Parker se dio cuenta de la inexistencia de una publicación independiente sobre vinos en EEUU. Todas las publicaciones sobre el tema estaban auspiciadas por los elaboradores o por los distribuidores de vino, y por lo tanto defendían los intereses de los patrocinadores. Su función no era informar sino aumentar las ventas. El consumidor final estaba desprotegido. Como todo el mundo sabe, en EEUU, cuando eso ocurre necesitas un abogado. Hacia 1975, y en contra de la opinión general de la familia que le aconsejaba concentrarse más en su incipiente carrera de abogado, empezó a darle vueltas a la idea de editar una publicación en la cual daría su opinión sincera de los vinos. Su intención inicial, cubrir el coste de los vinos, nada más. La revista no tendría publicidad y por lo tanto no le podrían comprar, los ingresos vendrían a través de los suscriptores. Intuyó, acertadamente, que sus conocimientos sobre vino y el tiempo dedicado a desentrañar el misterio encerrado en cada botella , el estudio detallado dedicado a los diferentes lugares de producción y sus innegables cualidades como catador arrojarían luz en un mundo tan hermético y complicado.
En 1978 aparecería el primer número de The Baltimore-Washington Wine Advocate. Fue enviado por correo de forma gratuita a una lista de personas seleccionadas, usuales compradores de vino. Algún día esta primera revista se subastara en Sotheby´s por una buena suma. Hoy la revista The Wine Advocate tiene más de 50.000 suscriptores en unos 37 países y es, sin ninguna duda, la revista de vinos más influyente del mundo. El resto es parte del mito.

Probablemente, la clave de su éxito, más allá de sus cualidades como catador, haya sido la invención del sistema de clasificación de 100 puntos. Hoy todos aceptamos que incluso el periódico de nuestra ciudad tenga un catador capaz de calificar por puntos y asignar una puntuación aparentemente objetiva al vino. Sin embargo, en su día, supuso una gran revolución. En un mundo donde no existen las certezas, donde es imposible calificar siquiera una escala de cualidades intrínsecas en el vino y mucho menos donde se encuentra la excelencia, un joven ajeno al mundo del vino presentaba una calificación válida para establecer una jerarquía y por lo tanto establecer una relación de calidad. Fue tremendamente astuto al ofrecer al público inexperto una solución fácil de entender. Un vino con más puntos es mejor. Los vinos con casi 100 puntos son casi perfectos, y por lo tanto, debemos estar dispuestos a pagar un poco más.
Como consiguió Mr. Parker engañar al mundo con su calificación de 100 puntos es algo inaudito y solo se explica por la necesidad de tener en el mundo del vino un auténtico creador de tendencias. No tiene sentido pagar por un vino industrial con una gran producción de botellas, cuyo coste de producción no llega a 10 euros, 300 euros. A no ser que el vino se encuentre en la parte alta de la lista, con una gran calificación. Ese es solo terreno de los vinos caros, para catarlos, hay que pagar.
La calificación de los 100 puntos es no lineal y acientífica. Es no lineal por que el valor de los puntos no es el mismo de 72 a 73 que de 93 a 94 y no es científica puesto que no se basa en una medida empírica y extrapolable sino que responde al criterio personal de un individuo. Nos sentimos muy cómodos con una calificación de este tipo puesto que de forma natural entendemos que los vinos mejor clasificados son mejores. Sin embargo es como tratar de calificar con una escala de 100 puntos las obras de arte y deducir a partir de ella su valor. La calificación, en caso de tener alguna correlación lineal, es con el propio gusto de Mr. Parker. El mismo afirma que ya sabe la calificación del vino solo con probarlo, pero dudo de la utilidad para el resto de los mortales y no existe ninguna base para creer que sea válida para establecer una jerarquía de «mejor a peor».

En 1982 ocurrió otro hecho clave. Un semi periodista de EEUU se atrevió a desafiar la opinión general de todos los expertos al vaticinar la excelencia de la añada de Burdeos.
En Burdeos tienen un curioso sistema de ventas. Las bodegas elaboradoras de los vinos más prestigiosos venden toda la producción en «prémiere», esto es, el mismo año de producción del vino y cuando todavía no esta comercializado. Generalmente el vino no está acabado de hacer y debe permanecer más tiempo en la bodega para acabar su proceso de envejecimiento, generalmente en barrica. El vino lo compran los «négociants» intermediarios que adelantan el dinero a las bodegas y que, a la postre, son los que ponen el precio al vino y los encargados de venderlo. El momento más importante del año para el négociant es cuando va a catar los vinos en prémiere. Evalúa los vinos y decide a que precio podrá venderlos. La tarea es complicada. Cada catador prueba los vinos y determina su calidad y sobre todo, su futura evolución.
Las añadas extraordinarias tienen precios extraordinarios. Equivocarse puede suponer una gran perdida de dinero. Los negociants son los más expertos catadores de Burdeos. Una pequeña anecdota. Un negociant español me ofreció en 2008 la posibilidad de comprar los premiers crûs del Medoc. El precio era de 166 euros más iva por botella. En mismo negociant me pasó los precios del años siguiente, 2009 una añada excelente. Los precios por botella rondaban los 1000 euros.
Estamos en un precioso día de primavera del año 1982 en Burdeos. Los negociants no auguran una buena añada y pagan el vino siguiendo este criterio. Aquí es donde se alió la suerte con Mr. Parker. Después de catar los vinos Mr. Parker, el abogado con una publicación sobre vinos independiente basada únicamente en su criterio personal, vaticino una añada exceente.. El tiempo le dio la razón. Y fama. Fue capaz de entender y evaluar el vino mejor que todos los especialistas del mundo juntos. La noticia dio la vuelta al mundo y colocó de forma vertiginosa a Mr. Parker como el mayor gurú de vinos del planeta. La marca Rober M. Parker Jr. había nacido.

La influencia de Robert M. Parker Jr. es colosal. En el documental Mondovino se preguntaban si era el hombre más poderoso del mundo. A demás de su revista ha escrito en las publicaciones más prestigiosas del mundo. Cualquier director de periódico se postraría a sus pies para conseguir tenerle en nómina. Ha recibido todos los premios posibles incluyendo Chevalier dans L´Ordre National du Mérite dado por Francois Miterrand, Chavalier dans l´Ordre de la Léfion d´Honneur de manos de Jacques Chirac y Commendatore de la Orden Nacional del Mérito en Italia por parte de Berlusconi. En España el rey Juan Carlos l le concedió La Gran Orden del Mérito Civil. Como ven, los grandes productores le miman. Y le temen. Y con razón.
Hay quien asegura que su inflexible dictamen sobre la calidad y su tremenda influencia a la hora de la decisión de compra del público esta cambiando la forma de elaborar vino en todo el planeta. Uno de ellos es Alice Feiring.

 

Alice Feiring no salvo al mundo.

 

Los elaboradores quieren vender. Una buena calificación Parker asegura la venta a un precio muy ventajoso para el productor y para el distribuidor. Conclusión: si quieres vender bien y caro consigue una buena calificación en The Wine Advocate. No se equivoquen, la elaboración de vino es ante todo un negocio y no un medio de vida.
Para conseguir una buena calificación el vino debe tener una serie de características la «virtudes » ensalzadas por Parker en su revista. Se contratan especialistas en elaborar vinos al gusto del crítico, se compra la última tecnología, se plantan variedades de fuera de la zona de producción, se recurre a todos los trucos legales para conseguir vinos algo sobremadurados , altos de alcohol, con claros recuerdos de madera nueva, con mucho color y muy fragantes. Todos los vinos del mundo empiezan a parecerse peligrosamente, son todos copias unos de otros. Vinos de Francia, de California y de Australia tienen el mismo color, saben igual, huelen igual. La plaga de la uniformidad se extiende por el mundo infectando todas las zonas de producción. El vino tradicional a muerto, ¡ viva el vino tecnológico!.

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Alice Feiring, escritora y crítica de vinos, escribió un libro donde exponía detalladamente el proceso de homogeneización del gusto mundial del vino, buscaba su causa y trataba de convertirse en la salvadora al detener este demoníaco proceso. El libro se titula «La batalla por el vino y el amor o Cómo salvé al mundo de la Parkerización» . Está muy bien escrito, es entretenido y aporta información interesante.

Alice se preguntaba por qué todos los vinos habían cambiado de sabor. Vinos que antaño la enamoraban perdían toda su identidad, toda la idea de procedencia, todo lo que los hacía mágicos y misteriosos para convertirse en clones sin vida, empalagosos e inexpresivos. La idea, deslumbrante como un rayo, recoge los murmullos de los aficionados: ¡la culpa es de Parker!.
Efectivamente, visita a los últimos mohicanos de la producción tradicional, los últimos héroes irreductibles incapaces de traicionar la herencia de sus ancestros. El resto es ceniza, tierra arrasada por agentes químicos, adulteración y pena. Viaja por el mundo, investiga, pregunta. Cada vez las evidencias son mayores. El pensamiento único del gusto se impone, es lo más fácil, tanto para el vendedor como para el consumidor. Y el hombre capaz de conseguirlo, de hacer desaparecer la diversidad, los tipos de vinos, las diferencias incluso entre continentes es ¡Parker!. Los defensores de los vinos naturales, con poca intervención, han encontrado su adalid. Un pequeño run run de rebelión empieza a crecer.

¿No les suena demasiado conocido?. Dos opiniones contrapuestas, dos extremos con una única propuesta; «estás conmigo o estás contra mi». Los políticos usan de forma eficiente esta forma de argumentar. Quizá no todo este bien en mi bando, pero los otros son peores. Alice busca un enemigo ficticio, le culpabiliza de todo y dedica su tiempo a buscar pruebas para ratificar su argumento. Vinos vibrantes y con mensaje contra vinos inexpresivos y mentirosos. Esta forma de generar un conflicto inexistente es el gran atractivo del libro. Hay un malo malísimo muy poderoso y una colonia rebelde diseminada por el mundo pero con el estandarte de la autenticidad como bandera.

El gran problema del libro es que parte de un presupuesto falso. Parker es un gigante, pero en absoluto es el culpable de la globalización del gusto del vino. La elaboración y venta de vino, el denominado mercado del vino, es un negocio, su objetivo es ganar dinero. Si el uso de la tecnología y todo tipo de sustancias químicas aumenta el valor del bien producido, lo hace más rentable y más fácil de vender los empresarios recurrirán a esos métodos. Punto. Cumplen la ley, no hay nada que decir. Este fenómeno se repite en todos los productos consumidos en gran volumen. El otro día leí que casi el 80% de nosotros estamos vestidos con la ropa de solo 6 empresas.
Existen elaboradores respetuosos con el medio y con la herencia recibida en forma de viñedos. Aman ese trozo de tierra y veneran el trabajo realizado por sus padres o  son recién llegados con ganas de desarrollar sus propios proyectos o simplemente tienen una filosofía diferente. Para ellos hacer vino es más un medio de vida que un negocio. Puede que sean héroes pero lo realmente importante es que existen. Y existen dentro del gusto Parker, dentro de los tradicionalistas de Alice y dentro de la tremenda diversidad de personas elaboradoras de vino. En contra de la opinión de Alice, siempre ha habido vinos evocadores y singulares.

Parker es, probablemente, el hombre que más sabe de vinos del mundo. Cata más de 10.000 vinos al año, escribe, da conferencias, visita bodegas, habla con lo elaboradores. Trabaja duro, piensa, saca conclusiones. Su persona impone tanto que no puedo dejar de pensar que la razón real del éxito del libro de Alice Feiring no es su valor literario o docente, sino la aparición del nombre de Parker en el título. Sin embargo, suelo encontrar aburridos muchos de los vinos mejor puntuados en su revista y sí encuentro perturbadores, originales y vivos bastantes  de  los vinos amados por Alice. Y por lo general son mucho más baratos.

El motor de la obsesión de Alice se reduce a la única pregunta que no aparece en el libro. ¿por qué los habitantes de este planeta prefieren el gusto del señor Parker al mío?.

 

TERROARISTA