La sacralización del vino
Más o menos en el año cero un personaje de gran relevancia histórica se fue a cenar con sus amigos. Todo parece indicar que era una gran celebración, La Pascua Judía.
La Pascua Judía es una celebración que dura más de un día y coincide con la actual Semana Santa cristiana. Uno de sus principales actos es la cena, en la que se conmemora la salida del Pueblo Elegido de Egipto.
Como todo cristiano sabe, Dios, después de enviar todas las pestes imaginables a Egipto para convencer al faraón de que liberara al pueblo judío y no conseguirlo, decidió demostrar su poder y lo inútil de negarse a sus exigencias con un castigo severo. Envió un ángel, conocido desde entonces con el bonito nombre de Ángel Exterminador, a asesinar a todos los niños primogénitos de todas las familias. Para poder identificar a las familias judías y no asesinar a sus hijos, mando matar un cordero y, con su sangre, marcar las puertas. El Ángel Exterminador llegaba delante de la puerta de cada casa, incluido el Palacio del faraón, y si no estaba marcada con sangre de cordero, entraba y mataba al niño mayor.
Esta acción de combate, un tanto brutal pero efectiva, obligó al faraón a permitir la salida del Pueblo Elegido de Egipto en busca de la Tierra Prometida. En los preparativos de la marcha no olvidaron elaborar el pan, les quedaban largos días de marcha. Pero previendo que el faraón podía cambiar de opinión, como así fue, cocieron el pan sin levadura para ir mucho más rápido. Es el pan ácimo. Para más información puede consultar uno de los más grandes éxitos editoriales de todos los tiempos, La Biblia.
La Cena de Pascua Judía tiene un protocolo muy estricto con una serie de reglas de obligado cumplimiento. Entre ellas está el apurar, al menos, cuatro copas de vino en momentos muy precisos de la cena. Estos tres son los alimentos esenciales de la Cena de Pascua Judía. Como toda gran celebración, tendría su aperitivo, alguna entrada y postre.
Una curiosidad. Uno de los actos de la celebración incluye buscar por toda la casa alimentos fermentados con levaduras y quemarlos, para purificar la estancia para la celebración de la Pascua. En aquellos tiempos no podían saberlo, pero había un alimento impuro en la casa, de hecho, encima de la mesa. Exacto, el vino está fermentado por levaduras y pos supuesto hay levaduras en su interior.
El Menú Maridaje de la última Cena.
- Empezamos con el pan ácimo o Mazto acompañado con un poco de aceite de oliva.
Los judíos celebraban la Cena Pascual tumbados sobre su costado izquierdo, ocupando unos lechos o bancos con cojines ubicados en tres de los cuatro lados de la mesa. Uno de los lados quedaba libre para el servicio de la mesa. A la manera romana, comían con las manos, teniendo siempre cerca pequeñas vasijas con agua para poder limpiarse. Antes de la cena, se procedía a dos de los cuatro brindis con vino exigidos por la liturgia.
- Entrantes: hierbas amargas, picantes y un capricho dulce.
- Karpas, normalmente perejil, está sumergido en agua salada, símbolo de las lágrimas, para recordar el dolor de los antepasados sumergidos en lágrimas.
- Maror, un rábano muy picante para producir lágrimas. No se puede apreciar la dulzura de la redención sin experimentar la amarga esclavitud.
- Jaroset, mezcla de manzana picadas, nueces picadas, miel, canela y un poco de vino rosado para dar color. Esta mezcla dulce, pastosa y marrón es símbolo del cemento utilizado por los antepasados para fabricar ladrillos en Egipto.
Complicado maridaje por no decir imposible. El vino rosado utilizado para elaborar el Jaroset muy frío.
- Primer plato: Sopa de pollo y/o potaje de verdura ( muy común en la época).
El vino más consumido en aquella época en la zona donde nos encontramos era el vino tinto. Por supuesto nunca se sabrá, pero puestos a especular y haciendo caso a los historiadores existe consenso con respecto a la uva más habitual. Estamos hablando de la variedad Sirah, una de las más antiguas del mundo.
La tradición romana, heredada de la griega, solía mezclar el vino con agua, por lo cual hemos de suponer, debido a la tremenda influencia romana en aquellos tiempos, el vino fue mezclado con agua. Si se dan cuenta, el cura hace lo mismo en las misas.
Maridaje recomendado. Vino tinto de la variedad Sirah.
- Plato Principal: Cordero asado.
Aquí si vamos más seguros. Tinto de Sirah, mejor del año y con poca agua.
- Postre: Queso de cabra, granadas, higos y uvas.
Un vino mezclado con miel es un perfecto acompañante. Mezclar el vino con miel era una práctica habitual en el mundo romano.
Después de la cena viene el tercer brindis ritual. Es la Copa de la Redención, sirve para recordar la sangre del cordero inocente que sirvió para redimir al pueblo en Egipto. Fue en la tercera copa ritual cuando Jesús dio a beber el vino diciendo que era su sangre. Esta es la razón por la cual se le dice también Cordero de Dios.
Debo aclarar que apurar la copa de vino no era en realidad un brindis. El anfitrión levanta la copa, recita la oración, bebe y da de beber a todos los comensales. Todos beben de la misma copa, lo cual nos hace pensar que sí existió un Cáliz fundador de la Eucaristía en la Última Cena.
Los vinos de la cata.
- Dominio de Manciles Blanco 2012, variedades albillo y viura. D.O. Arlanza. Bodegas Arlanza SCP.
Hubo una gran controversia sobre el color del vino que se debía utilizar para ser consagrado durante la Eucaristía. Lo más razonable sería el tinto, cuyo color se asemeja al color de la sangre. Sin embargo hay un problema. El nombre del vino tinto en España, a diferencia del francés, inglés o italiano que lo llaman rojo, viene por su capacidad de tintar, de manchar. Utilizar vino tinto en todas las misas supone un peligro, tanto para su limpieza con los trapos que utiliza el cura como si se derrama. Por lo tanto, la mayoría del vino utilizado para consagrar es, curiosamente, blanco. Conviene aclarar que el derecho canónico no discrimina sobre el color de vino utilizado durante la consagración, pudiendo ser tinto, rosado o blanco.
El vino es fresco y agradable, con una intensidad media y un paso de boca alegre con una buena acidez.
- Clunia 2011, variedad de uva 100% sirah, doce meses de crianza en barrica de roble. Vino de la Tierra de Castilla y León. Bodega Principe de Viana.
La variedad sirah es la más popular entre los historiadores para merecer el honor de ser la variedad de uva utilizada para elaborar el vino de la Última Cena.
En Burgos hay una bodega que elabora un vino 100% con la variedad sirah, muy cerca de las ruinas romanas de Clunia.
El vino es de altísimo color, con ribete azulado y muy brillante. El aroma más destacado es el aroma a violetas, penetrante y seductor. Algo dulce en la entrada, con peso, con una acidez perfectamente equilibrada y un largo posgusto. Muy bueno.
- San Leandro, vino para consagrar, variedad malvasía. Sin añada y sin D.O. Vino fortificado. Es el vino utilizado en la Catedral de Burgos en todas sus misas.
El Vino de Consagrar suele ser dulce y alcohólico. Durante la fermentación, para mantener un nivel de azúcar y conseguir un vino dulce, se añade alcohol de vino hasta 15 grados. La razón por la cual se quiere un vino dulce y alcohólico es la conservación. Un vino dulce y con 15º de alcohol tarda más tiempo en ponerse malo. Tiene una función alimenticia también, ya que muchas veces era el primer alimento del párroco de la iglesia.
Existe cierta libertad por parte del cura en la elección del vino, y en caso de necesidad puede utilizar cualquier vino. Pero debe cumplir ciertos requisitos. Debe ser vino, ser un producto procedente de la uva (el alcohol añadido debe ser también de origen vínico), ser de buena calidad, no estar avinagrado, y ser un producto natural (no se puede añadir ni taninos ni colorantes ni asépticos: el sulfuroso se puede añadir al mosto, pero no al producto terminado). Para elaborar vino de misa es necesario poseer el permiso del Obispado de la zona.
Como curiosidad añadir que el proveedor oficial de vino de misa del Vaticano es una bodega española, es la casa De Muller, en Tarragona.
Todos hemos probado este dulce néctar el día de la 1º Comunión. Quisimos dar una buena copita a todos los participantes, siempre nos ha sabido a poco. Es dulce, algo empalagoso, con la acidez excesivamente baja y algo pesado. Lo acompañamos con obleas de pan ácimo. La experiencia es curiosa.