catArte. La visión del historiador
La Historia del vino en España
El vino es una de las bebidas más antiguas que se conocen. Se han encontrado restos de viñedos cultivados en el Cáucaso con una antigüedad de 7.000 años. Los primeros restos físicos de su presencia, en forma de residuo rojizo dentro de una vasija de cerámica, proceden de los montes Zagros. También hay referencias literarias en textos tan antiguos como la Epopeya de Gilgamesh o el Antiguo Testamento, cuando «Noé comenzó a labrar la tierra, y plantó una viña; bebió el vino y se embriagó» (Génesis 9-21). Esta referencia marca la presencia del vino en la tradición judeo-cristiana desde los primeros tiempos. En la Biblia aparece citado más de 200 veces, lo que es una muestra de su gran importancia en todas las culturas de la zona: Babilonia, Egipto, Sumer, etc. Más tarde, adopta un papel clave en el ritual cristiano.
En el mundo Clásico el vino también ha tenido siempre un lugar privilegiado. En Grecia y Roma los dioses del vino eran muy venerados por sus poderes embriagadores y afrodisíacos. Se organizaban fiestas y orgías en honor a los Dioses, en las que abundaba el vino, los manjares y los placeres sexuales. El vino se asociaba en el mundo clásico con el amor y el disfrute carnal, pero también con la tranquilidad, el descanso y el alivio. En la religión griega, el dios Dionisos le entrega una planta de vid a Ampelo quién enseña el cultivo a los hombres. Al dios del vino se le representa ornado con los racimos y las hojas de vid, y es un dios contradictorio que produce placer y dolor. En ocasiones, el dios, va acompañado de sátiros, ménades o bacantes, al igual que el dios Baco romano. Las fiestas relacionadas con este último estaban relacionadas al ciclo de cultivo de la vid.
Tanto en Grecia como en Roma, se sacralizaba el vino debido a su corte politeísta, por su origen o su relación con el poder (reyes-sacerdotes). El vino tenía implicaciones religiosas, medicinales y sociales que lo separaban de otros alimentos. Cuando Roma entró en su época dorada en cuanto a viticultura y se expandió, empezó a emerger una visión «democrática» del vino en la cultura romana, viéndose esta bebida como necesidad diaria y no como un lujo reservado a unos pocos. En la época de Catón se creía que incluso los esclavos debían tener una ración semanal de unos 5 l. Sin embargo sus razones eran más de salud dietética de los esclavos y mantenimiento de su fuerza que de proporcionales disfrute personal. Si un esclavo enfermaba y no podía trabajar, Catón (también escribió sobre los usos medicinales del vino) aconsejaba reducir sus raciones a la mitad para conservar el vino para los que trabajaban.[] Fue este punto de vista lo que llevó a la plantación generalizada de viñedos, de forma que se cubrieran las necesidades de todas las clases. Parte de esto se debió a cambios en la dieta: en el siglo II a. C., los romanos empezaron a abandonar una dieta consistente en gachas húmedas para adoptar comidas conteniendo más pan, de forma que el vino se hizo necesario para ayudar a ingerir alimentos más secos.
En todas las civilizaciones en las que ha estado presente, el vino se ha introducido en la cultura integrándose entre los valores propios de ella. Así mismo, el vino también ha sido una forma de expansión cultural: los romanos plantaron viñedos por toda la Europa Mediterránea y fueron conocidos por sus vinos de Hispania, ya que desde la época clásica se conocen productos específicos de unas ciertas zonas o la calidad de otras, aunque en España hay referencias a las viñas desde el neolítico.
La romanización trajo consigo, aparte de las vides, nuevas formas de hábitat, surgen los grandes centros administrativos y comerciales, como CLUNIA, una de las ciudades más impresionantes de la Hispania romana y que fue capital de convento jurídico (de ahí la magnitud de sus edificios públicos).
En el centro de la meseta se encuentra el foro, con forma rectangular. Tenía una fila de tabernae (establecimientos comerciales ubicados en dependencias de las casas que se abrían hacia la calle, y que no solían tener acceso a la vivienda principal). TERMOPOLIUM: despacho de bebidas y comidas calientes) en cada lado, donde se situaba la zona de tiendas en la cual se vendía vino; por el momento solo se conocen las de la parte oriental del Foro, dentro de las cuales había un pórtico columando. En los extremos longitudinales del eje mayor había dos templos, y en el lado norte, la gran basílica jurídica.
La producción de vino impulsó la industria de la cerámica para beberlos, servirlos, transportarlos… a la capital del Imperio. Fragmentos de este tipo se han encontrado en Italia y en algunas zonas españolas, ya que la vía Augusta comunicaba Roma con Cádiz y otros puertos, pero no en la meseta (ni en Clunia), donde podemos observar cerámica común o de cocina que nos muestra donde servían el vino.
La grave crisis política, social y económica de mediados del s. III tuvo como consecuencia el abandono, casi generalizado, de la vida urbana y el desarrollo de los núcleos rurales conocidos como villae, que se implantan en todo el territorio burgalés. Una de estas famosas villas es BAÑOS DE VALDEARADOS, que nos ha proporcionado materiales interesantes como el mosaico dedicado al Triunfo de Baco, del cual robaron la escena central en el 2011, dejando incompleto a uno de los mosaicos mejor conservados del país.
El medallón central de este mosaico consta de dos escenas: la superior dedicada a Baco, conocida como “el Cortejo”, se puede ver al dios Baco, dios del vino coronado de pámpanos y cogiendo con su mano derecha a Ariadna, diosa de la abundancia y con la izquierda a Ampelos, dios de la viña. En una esquina, junto a un asno, el rostro de Sileno, tutor de Baco, al margen de otros personajes que completan la pieza.
La composición inferior muestra el “Triunfo de Baco”. En ella, dos panteras tiran de un carruaje en el que emerge un baco triunfal de regreso de su campaña de la India. Se puede distinguir la tiara que le corona con los racimos de uvas, identificativo de su ascendencia como dios del vino. Le acompañan el dios Pan a su derecha haciendo sonar una flauta, y de nuevo Ariadna a su izquierda con el ánfora para la libación.
Al medallón lo completan mosaicos geométricos y medallones figurados con cabezas humanas y los vientos simbolizados por lebreles.
A medida que Roma asimilaba más culturas, se encontró con dos grupos religiosos que consideraba el vino en términos generalmente positivos: el judaísmo y el cristianismo. El vino, la uva y la vid hacían frecuentes apariciones literales y alegóricas en la Biblia hebrea y cristiana. En la Torá, la vid fue uno de los primeros cultivos plantados tras el Diluvio Universal y durante la búsqueda de Canaán, siguiendo al Éxodo desde Egipto, uno de los informes positivos sobre la tierra fue que las vides eran abundantes. Los judíos bajo gobierno romano aceptaban el vino como parte de su vida diaria pero veían negativamente los excesos que asociaban con la impureza romana. En el cristianismo, uno de los primeros milagros que obró Jesús, fue transformar agua en vino, y el sacramento central del cristianismo, la Eucaristía, incluye prominentemente el uso del vino. Los romanos encontraron ciertos paralelismos entre Baco y el Cristo del cristianismo. Ambas figuras tenían historias que recubiertas de simbolismo de vida tras la muerte: Baco en la vendimia anual y el letargo de la uva y Cristo en su muerte y resurrección. El acto de la Eucaristía al “beber la sangre de Cristo” se ven ecos de los ritos celebrados en las fiestas dedicadas a Baco. La influencia e importancia del vino en la iglesia cristiana era inequívoca, y ésta pronto tomó el relevo de la Antigua Roma como influencia dominante en el mundo del vino durante los siglos siguientes, hasta el Renacimiento.[]
Al final del mundo romano se producen dos fenómenos culturales importantes: la consolidación del cristianismo y la presencia de nuevas técnicas y decoraciones de trabajar el material, donde priman las piezas de uso personal y ritual.
Los hallazgos del paleocristiano más importantes de nuestra provincia son los sarcófagos del denominado taller de la Bureba: sarcófago de Poza de la Sal, losa de Cameno y sarcófago de Quintabureba. Piezas en las que destaca la decoración figurada, en bajorrelieve y con temas bíblicos (A.T. y N.T.)
La pieza más importante de este grupo es el SARCÓFAGO DE QUINTANABUREBA. Cuenta con varios símbolos conocidos como el Crismón (Jesucristo), la vid que flanquea todas las caras (el mismo Jesucristo: Ego sum vitis), la guirnalda y la palmera (el triunfo de la fe), la liebre (el alma humana).Además, tiene representaciones figurativas en sus cuatro lados, enmarcándose arriba y abajo con unas sencillas molduras y vides en los extremos.
El arqueólogo alemán Helmut Schlunk, es quien ha realizado la mejor intepretación de los relieves del sarcófago burebano.
El frente principal muestra tres grupos principales con figuras humanas entrelazados con elementos vegetales, animales así como signos cristianos con un sentido simbólico. La escena central muestra dos figuras humanas sobre las que se dispone una roseta, que rodean una escalera en la que se pueden ver cuchillas (representa los sufrimientos hasta llegar al paraíso), esta escena corresponden al martirio de Santa Perpetua.
En el lado izquierdo dela anterior escena aparece la figura de un hombre dispuesto de frente, con el pelo corto y vestido una túnica larga, al que acompaña un hombre con túnica corta y manto, con las manos extendidas. Junto a este pasaje, la libre, la palmera y el crismón (alegoría del paraíso).
La complejidad interpretativa se traslada a los costados laterales, donde aparecen una figura femenina sobre un pedestal y vestida con túnica larga, en su mano derecha porta un huso y en la izquierda un cesto. En la lado opuesto una figura masculina, también sobre un pedestal, con vestidura talar y un libro entre las manos. Imágenes que corresponden a la Anunciación y el Verbum Domini.
Para acabar, el último de los costados es el más fácil de interpretar. A la izquierda Moisés recibiendo las tablas de la ley, en el centro el Buen Pastor y en el extremo derecho el sacrifico de Isaac.
Los primeros asentamientos visigodos convivirán con la cultura y civilización romana. Esta población nos ha dejado en la provincia huellas arqueológicas espectaculares, como QUINTANILLA DE LAS VIÑAS. Construcción visigoda del siglo VII en la que destacan los relieves que decoran sus muros y de la que sólo se conserva el ábside y el brazo del crucero, aunque los restos que se conservan en el museo son de la nave.
Lo que más llama la atención es la decoración de esta iglesia, la cual se puede dividir en dos grupos: una ornamentación a base de frisos a lo largo de los muros y otra a base de capiteles con decoración figurada.
En el exterior, de talla biselada a dos planos de poca altura, se distribuyen tres frisos corridos superpuestos que se organizan mediante la sucesión de círculos tangentes.
El friso inferior, en los extremos de la cabecera, se forma mediante roleos de zarcillos de vid, mientras que los roleos que constituyen los frisos intermedio y superior se configuran a través de una soga ondulante continua que se entrecruza. En el interior de los roleos del friso inferior aparecen racimos y hojas.
Los del friso intermedio contienen aves alternando con viñas y arbustos, excepto el muro oriental del ábside, donde unas rosáceas geométricas se combinan con monogramas.
Los relieves que se ven en el Museo de Burgos están decorados con roleos de hojas y racimos.
Eva Martín Karraskedo