Diario líquido. Vía Francígena. Norte de Italia, agosto 2014.

Vine a Aosta a probar un vino que no había visto nunca. Bueno, muchos.

Los tres centros de peregrinación cristiana principales son: Roma (donde se encuentra el poder político de la iglesia), Jerusalén (por razones obvias) y Santiago de Compostela (por razones algo más misteriosas). Existen rutas muy antiguas por las cuales los peregrinos podían acudir a los lugares sagrados. La más conocida por nosotros es “El Camino de Santiago” ya que la parte principal del camino se realiza y finaliza en nuestro país.  El camino para llegar a Roma empieza en Canterboury, atraviesa toda Francia, Suiza e Italia. Escribí sobre EL camino de Santiago y me sumé a la idea general de que el Camino de Santiago es un camino de vino. Los peregrinos, debido a la baja calidad sanitaria del agua, preferían beber vino. Es un alimento muy calórico y aporta una gran energía, necesaria para las largas jornadas a pie. Y sobre todo tiene un efecto secundario fantástico, te pone contento y alivia el cansancio

El peregrino medieval hacía las etapas a pie o a caballo. Puesto que a pie me parecía muy duro y no tengo caballo decidí que la mejor forma sería hacerlo en bicicleta. Cogí un vuelo a Turín y me compré una bicicleta básica y bastante barata. En principio las etapas eran cortas, entre 30 y 40 kilómetros por jornada, y con una bici de esas características pensé que sería suficiente. Ya veremos. Supongo que si ustedes tienen una bicicleta buena lo mejor será facturarla y evitarse lo pequeños, pero molestos, problemas que estoy sufriendo con los cambios de marchas y el sillín.

Pertrechado con todo el equipo cogí un tren hacia Aosta. En toda la Unión Europea se pueden montar las  bicicletas en los trenes. Leí en una web que te cobraban 3 euros por bicicleta, pero no es así. En Italia debes sacar un billete para la bicicleta igual que el tuyo. Si el tren está preparado para llevar bicicletas y el revisor el agradable no tienes ningún problema. Pero si el tren no tiene un vagón especial para las bicis te toca llevarla en el descansillo apartándola cada vez que alguien sube o baja del tren.

La primera etapa italiana de la Vía Francígena en Italia empieza en lo alto de los Alpes, en una montaña imponente llamada Gran San Bernardo. Es una vía de paso ancestral para atravesar los Alpes y unir la península itálica con el resto de las ciudades europeas. Para acceder a la cima existe un autobús urbano que funciona los meses de verano. En el autobús no dejan subir la bicicleta, así que la primera etapa será andando.

Son unos 25 kilómetros de pronunciada subida. Poco a poco la vegetación va desapareciendo y solo queda la cruda piedra afilada apuntando al cielo. En la cima hay un pequeño lago, un albergue de peregrinos y dos hoteles. En los albergues  es normal compartir habitación. No es cómodo y ciertamente poco agradable, pero debe ser eso que llaman el espíritu del peregrino. Si no quiere compartir diríjase a alguno de los dos hoteles que hay, pero prepárese, es caro.

Cuando se acerca la noche hace frio, y eso que estamos en agosto. Cenamos en el restaurante del Lago. Muy bien, muy recomendable. La carta de vinos está muy bien surtida con vinos del DOC Valle de Aosta, la zona en la que nos encontramos. Al volver al hotel tuvimos que poner la calefacción. Otra cosa que tengo que cambiar es el horario. No me gusta madrugar y mi tiempo de ocio es por la noche. Pero casi al amanecer hay que vestirse y empezar la jornada.

La primera etapa es durísima y hay que estar bien preparado. La exigencia física es máxima. En un solo día se desciende de los casi 2900 metros del Gran San Bernardo a los apenas 700 de Aosta. En caso de niebla o lluvia, cosa frecuente, es realmente peligrosa. El mismo autobús urbano utilizado para el ascenso  puede depositarle sano y sin esfuerzo en Aosta en 45 minutos. Si soy sincero he de confesar que yo no hice esta primera etapa y baje con el autobús.

unnamed (3)Aosta es un pueblo encantador rodeado de altísimas montañas. Tiene una larguísima historia. En el tiempo de los romanos se llamaba Pretoria Augusta y era el bastión defensivo del norte. En la actualidad es la 3 ciudad con más restos romanos después de Roma y Pompeya. Un gran tramo de muralla romana cubre parte de la parte vieja de la ciudad, acabando en la estación de autobuses. Como lo oyen, la pared de la estación donde aparcan los autobuses tiene más de 2000 años.

unnamed (4)Una curiosidad relevante para nuestra historia es la existencia de dos lenguas oficiales en el Valle de Aosta. Una el italiano, hablado por la mayoría de la población, y la otra el francés, aunque se puede afirmar que prácticamente nadie lo habla y mucho menos lo tiene como lengua materna. Un porcentaje elevado hable la lengua local, una corrupción del francés, conocida como Patois. También la mayoría de las poblaciones tienen nombres franceses. La razón es bien sencilla, no hace mucho toda esta localidad pertenecía a Francia.

Los vinos de la zona están todos amparados por la DOC Valle d´Aosta o Vallée d´Aoste (en francés). Pero como todas las regiones de Italia, tiene sus peculiaridades. Trataré de explicarlo en el próximo post.

En Italia los bares especializados en vino se llaman Enotecas. La oferta suele ser bastante abundante ofreciendo vinos locales y vinos de otras denominaciones de Italia. No es raro que en estas enotecas tengan entre 15 y 20 referencias de vinos por copas. Suelen tener pizarras en las cuales apuntan el nombre del elaborador, la añada y la zona de producción. En el resto de los bares y cafés también sirven vinos por copas, pero de una forma distinta. En todos los bares y cafés donde nos hemos pedido un vino te dicen la variedad de uva, no el elaborador.

unnamed (2)Tanto en las enotecas como en los bares el vino ya viene servido, así que no puedes ver la botella. Los vinos tienen un precio medio por encima de los vinos normalmente consumidos en un bar en España. Ninguno baja de dos euros y lo normal es que la copa cueste 3.5 euros y hasta 5. Sin embargo, en ningún momento me han perecido caros. Son vinos de calidad, el volumen de líquido en la copa es bastante y siempre sin excepción lo acompañan de una buena tapa. Las copas, por lo general, son muy buenas y acordes con el tipo de vino servido.

La temperatura de servicio de los vinos es significativamente más alta que en España. Los vinos tintos se ponen por lo general del tiempo y los blancos no llegan a escarchar la copa (estarán sobre los 10-12º). No es un error del camarero, lo consumen así. Hablando con un enólogo me dijo que el blanco elaborado por él, un delicioso muscat de Chambave, se bebía a 12º. Y los tintos sin refrigerar, les gusta la sensación de alcohol en la boca.

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Les recomendamos dos enotecas:

 

La Vineria: Vía San Anselmo 121. Es la calle peatonal que recorre Aosta de lado a lado aunque va cambiando de nombre.
Ad Fórum: Vía de Sales 11. Increíbles vistas de los Alpes desde la terraza.

  • Las ruinas romanas
  • El claustro románico.
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