Los Padres Fundadores y su atracción por el vino. George Washington. Parte I.
«My manner of living is plain and I do not mean to be put out of it. A glass of wine and a bit of mutton are always ready». George Washington, primer presidente de los EEUU de América. Mi forma de vida es humilde y no pretendo que ma aparten de ella. Un vaso de vino y un poco de cordero están siempre listos.
Nadie puede dudar que a los conocidos como “Padres Fundadores” (Founding Fathers of the United States of America) les gustaba mucho beber buen vino. Los Padres Fundadores fueron el grupo de políticos, militares y hombres de estado que firmaron la Declaración de Independencia (1776) y redactaron la constitución de los Estados Unidos (1789). Los más destacados bebedores fueron George Washington, Benjamin Franklin y Thomas Jefferson (aunque a los demás compañeros también les gustaba abrir una buena botella).
No era fácil ser aficionado al vino en los tiempos coloniales, cuando la gran región americana era solo un pedazo del inmenso imperio inglés. Inglaterra siempre estaba en guerra con su enemigo secular, Francia, el país productor de los vinos más apreciados. Durante los enfrentamientos, el poder político inglés prohibía el comercio con el país enemigo. Por lo tanto, las colonias, y la propia Inglaterra, se veían desabastecidas de un bien tan irremplazable e imposible de imitar, el vino de las grandes regiones productoras francesas. Los ingleses buscaron vinos en otros lugares, fundando alguna de las regiones más prestigiosas del mundo, en España (Jerez), en Italia (Marsala) y especialmente el aliado histórico, Portugal, donde compraban los fabulosos vinos de Oporto y de Madeira.
Sin embargo, para los colonos quedaban pocas opciones. La mayor parte del vino que llegaba a territorio americano era de contrabando. Era más caro y no podía saberse con certeza de donde procedía ni su calidad. El viaje era largo y peligroso y la mercancía muchas veces llegaba en muy mal estado, eso si directamente no era una falsificación o había sido mezclado con agua. Incluso si el vino venía de países amigos de Inglaterra, como Portugal, debían parar en los puertos y pagar los oportunos impuestos. Los amantes del vino lo tenían muy difícil. La otra opción era elaborar sus propios vinos.
George Washington fue el primer presidente de la nación recién nacida llamada Estados Unidos de Norteamérica. Entre sus muchas actividades también era agricultor, o al menos poseía una gran hacienda agrícola llamada Mount Vernon, a menos de una hora de Washington DC. Le gustaba mucho el vino, así que trato cultivar sus propias uvas. Primero lo intentó con uvas locales. En América crecen un gran número de vides silvestres que pronto fueron cultivadas. Sin embargo, el resultado fue descorazonador. El vino sabía muy mal. Las uvas eran buenas para comer, pero daban vinos de muy baja calidad. El experimento consistió en plantar dos mil esquejes de uva silvestre y ver los resultados. En una carta a un corresponsal francés se quejaba amargamente de su ausencia de ocho años de Mount Vernon, sus ocho años como presidente, impidieron alcanzar un mejor resultado. No se rindió y lo intentó con variedades de uva extranjeras, procedentes principalmente de Madeira. Pero las uvas extranjeras no se daban bien, no se adaptaban a las condiciones climáticas de Mount Vernon y eran presa fácil de insectos y enfermedades endémicas. Las plantas no podían prosperar. Washington escribió a su distribuidor de vino en Portugal para que le enviará esquejes de las plantas de Madeira para intentarlo de nuevo. Pero la mayoría de las plantas se dañaron durante el viaje y solo pudo plantar unas pocas, en un invernadero.
La opción volvía a ser comprar vinos europeos, principalmente de Portugal, con especial predilección por los vinos de Madeira. El comercio con Portugal estaba permitido, por lo tanto era factible asegurarse vino de Oporto y de Madeira. Y había una segunda razón. El largo viaje hasta América exigía recalar en las islas de Madeira para abastecerse de agua, alimentos y vino.
El vino de Madeira es un vino dulce, con azúcar residual, y fortificado, con alcohol destilado añadido. La alta graduación y el azúcar ayudan a mantener el vino en buen estado durante los viajes. De hecho, por su peculiar forma de elaboración, en la cual el vino se expone a fuentes de calor, el viaje por los calores del trópico incluso lo mejoraban. Dentro de la clasificación de los vinos de Madeira están los vinhos de Roda, vinhos da Vota o vinho da Torno, nombres que hablan de la antigua tradición de exponer al vino a los elementos en un viaje al trópico o dar la vuelta al mundo. Supuestamente todavía pueden encontrarse algunas botellas. George Washington compro varias pipas (barrica de 600 litros) de Madeira y siempre tenía en su mansión. Las cenas de gala, o cuando George tenía amigos invitados, siempre finalizaban con unas copitas del vino dulce portugués.
El fracaso en la elaboración de vino no frenó, incluso a lo mejor sirvió como impulso, del gran éxito de la granja, la destilación de cereal. Washington poseía una de las más grandes productoras de whiskey de toda Norteamérica, sin duda de las tres primeras en términos de producción. En 1799 pudo llegar a producir alrededor de 11.000 galones de whiskey (casi 42.000 litros) que le aportaron unos beneficios de 7.500 dólares (unos 150.000$ actuales). A diferencia de la mayoría del whisky actual, el producido en Mount Vernon no se envejecía, del destilador se trasladaba al estante donde era vendido. Era Whiskey blanco, vendido bastante barato, no iba destinado a las élites. “Era un whiskey común para el hombre común”.
Un par de anécdotas más. Uno de los principales cereales utilizados para elaborar la cerveza que posteriormente era destilada fue el maíz, dando lugar al nacimiento de la única bebida de origen estadounidense, el bourbon. La otra hace referencia a la forma de escribir “whiskey”. En EEUU y en Irlanda se escribe con una e al final, a diferencia de Escocia y otros países productores, donde se escribe “whisky”.
George Whasington llego a la President´s House (Casa del Presidente, no sería conocida como White House (Casa Blanca) hasta 1814). Una de sus primeras tareas fue llenar la bodega de vino. El encargado de compras no era otro que Thomas Jefferson, el más cultivado catador de vinos de toda américa (hablaremos de el en los próximos posts). En detrimento de los vinos portugueses, en especial del querido madeira de la época colonial, el vino del nuevo presidente era especialmente francés, con especial énfasis en vinos de Champagne y Burdeos, con marcas tan prestigiosas como Château D´Yquem y Château Lafite. ¿Por qué el cambio de preferencias? Igual fue un acto de rebeldía contra Inglaterra, comprando al enemigo eterno, o quizá fuera que Jefferson era un erudito en vino francés y asesoró al nuevo presidente según su gusto personal. Aunque para mí, lo que el gran presidente hizo en el momento que pudo, solo llegar al poder y deshacerse del yugo inglés, fue comprar los grandes vinos que de verdad le gustaban y que le habían sido vedados durante décadas por motivos políticos. Los vinos franceses representaban en aquellos tiempos, lo mismo que en la época actual, la cima de calidad de los vinos del mundo.
Geroge Washington fue enterrado en su hacienda de Mount Vernon. Su posición con respecto a la esclavitud no era muy clara, puesto que en su hacienda trabajaban miles de esclavos. Pensaba que era un tema delicado y que podía ser un gran problema para la joven nación. A su muerte, en su testamento dejó estipulado la liberación de todos los trabajadores esclavos de la granja a la muerte de su esposa. No se cumplió su deseo, pero sin duda fue un gran impulso para la abolición de la esclvitud. En 2009, después de una larga reconstrucción, la destilería a vuelto a funcionar y elaboran unas 5000 botellas de whiskey por año. Mount Vernon, el histórico lugar de residencia de George Washingtos, es uno de los monumentos más visitados y respetados de Norteamérica.
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