Llega el otoño y el Beaujolais Nouveau.
«Se sentían sensualmente abotargados a causa del vino que habían tomado en la comida, y los cuatro mostraban un aspecto extraordinariamente hermosos gracias al ejercicio y a las horas de sol». Cuerpos y Almas, de uno de mis escritores favoritos, David Lodge.
Con la llegada de los primeros fríos, un acontecimiento grandioso inunda de colores el hemisferio norte. Las hojas de ciertas plantas deciden morir, sacrificarse por el bien del organismo superior. Pero antes de empezar su único vuelo, cambiarán su uniforme de trabajo, verde clorofila, por un precioso vestido de fiesta. Los bosques se inflaman de amarillo, rojo y ocre, un espectáculo multicolor. Pronto el suelo de nuestras ciudades y nuestros bosques estarán llenos de hojas secas.
El viñedo parece tranquilo. La vid ha empezado su parada de invierno. Las hojas llamean en sus ramas. En las viñas de uvas blancas las hojas se vuelven amarillas, en las de uvas tintas, rojas. En unos días harán un corto vuelo, descansarán en el suelo, se pudrirán y se integrarán como nutrientes de la tierra. La vid para toda actividad, reserva energía en forma de azúcar para resistir las bajas temperaturas y para los primeros brotes de la lejana primavera. No queda ningún trabajo por hacer, hasta la poda de invierno.
El mosto ha fermentado y es vino, celosamente guardado en las bodegas. Incluso los más adelantados tienen ya programada la fecha de la venta, el tercer jueves de noviembre. Es el fenómeno mundial conocido como “l´arrivée des Beaujolais Nouveaux”, la llegada de los vinos nuevos de Beaujolais. Hagamos un poco de historia para entender el gran éxito del primer vino puesto a la venta en el mundo.
Hasta no hace tanto, la llegada de las técnicas modernas de vinificación son de finales de los setenta principio de los ochenta, la vida de los vinos era muy limitada. Recién hechos estaban buenos, pero con el paso de los meses iban perdiendo cualidades e incluso empezaban a presentar serios problemas de oxidación y aumento del ácido acético (comúnmente llamado vinagre). Los asiduos a visitar tabernas esperaban con impaciencia y expectación la llegada del vino nuevo. En las tabernas de París se veían letreros con la cuenta atrás de los días que quedaban para la llegada del vino del año; “Quedan dos días para la llegada del vino nuevo”, “Queda un día…”, etc. Los primeros vinos en llegar solían ser vinos ligeros, con una corta maceración, bajos de capa (con poco color), que habían acabado de fermentar hacía unas pocas semanas. Probablemente tuvieran algo de carbónico disuelto (unas chispeantes burbujas), poco grado y fueran muy aromáticos, lo cual les convierte en vinos fáciles, agradables y muy refrescantes. Los primeros vinos del año suelen ser los llamados vinos de fermentación carbónica.
La fermentación carbónica consiste en depositar los racimos enteros, sin despalillar en un depósito cerrado herméticamente. Por su propio peso, las uvas depositadas en primer lugar, las que están en la parte baja del deposito, revientan, dejando escapar algo de mosto. La pequeña fracción de mosto liberada empieza a fermentar. Ya sabemos que la fermentación es la transformación del azúcar del mosto en alcohol y CO2 por parte de las levaduras. Pronto el CO2 ocupa todo el espacio del deposito. En condiciones de saturación de CO2, empieza un tipo de fermentación llamada intracelular, dentro de las uvas, antes de romperse y liberar el mosto. Los vinos resultantes son muy frutales, frescos y con algo de carbónico. El grado alcohólico sube entre uno y dos grados. Posteriormente se recogen los racimos, se despalillan y se procede a una fermentación alcohólica normal. Es la forma tradicional de los vinos del año, los llamados cosecheros. Despalillar es el proceso de quitar el raspón o escobajo, la parte herbácea del racimo, para dejar solo las uvas.
Los primeros que se especializaron el la venta del “vin primeur”, vino joven vendido el mismo año de la cosecha, fueron los elaboradores de Beaujolais. El Beaujolais es una región justo debajo de Borgoña, entre el Mâconnais, la parte más al sur de Borgoña, y Lyon. En 1951 apareció en Francia un decreto en el que especificaba claramente “no está permitido comercializar vinos con etiqueta con denominación de origen antes del 15 de diciembre”. Los productores de Beaujoulais protestaron y solicitaron poder vender su vino “en primeur”. La solicitud fue aceptada el 13 de noviembre de 1951. Ese mismo año, Louis Orizet, conocido poeta de Lyon, acuña la famosa frase “Le Beaujolais nouveau est arrivé”. La leyenda había comenzado.
El resto es una historia de éxito. Carreras hasta París para llevar el vino el día señalado, carreras fuera del país y finalmente la conquista del mundo. El crecimiento de ventas fue colosal. En los años ochenta se fijó como día de venta el tercer jueves de noviembre para todo el planeta. Una de las mejores estrategias de marketing vitícola de todos los tiempos.
Entre veinticinco y treinta millones de botellas son vendidas en Francia o enviadas al extranjero en noviembre. Millones de cajas son enviadas a Japón, EEUU, Corea, etc. con la prohibición expresa de poner a la venta el vino antes del tercer jueves. La fecha se ha convertido en una fiesta, en una escusa para celebrar la llegada del otoño. El centro de la celebración esta en Lyon, en el evento Beaujol’en scène. Durante una noche se pueden degustar los vinos recién nacidos acompañados por productos gastronómicos locales. El certamen arrastra a miles de personas cada año.
La producción de Beaujolais Nouveau nunca a superado la mitad de la producción de vinos de la denominación. Beaujolais es una de las zonas productoras de vinos más interesantes del mundo. En sus poco más de 20.000 hectáreas, la variedad mayoritaria, única tinta, ocupa el 98% del viñedo, es la gamay, maravillosa uva para elaborar vinos jóvenes pero también vinos de guarda. El 2% restante es para la variedad blanca chardonnay, con algo de aligote. La región esta dividida en 10 AOC (nuestras denominaciones de origen) o Crus. En Francia, la palabra “cru” siempre hace referencia a un viñedo excepcional, puede ser desde una parcela a un pueblo entero. En este caso, se refiere a un pueblo. La región es muy conocida por ser pionera en la elaboración de vinos naturales, los vinos de moda en al actualidad. He tenido la suerte de probar algunos, y son vinos fantásticos. Elaboradores como Marcel Lapierre, Joseph Chamonard o Yvon Métras son reverenciados y su influencia en la elaboración de vinos poco manipulados ha traspasado fronteras, convirtiéndose en ejemplo de las siguientes generaciones a nivel mundial. Si pueden, prueben un vino de estos señores.
Por lo tanto, no confundir el Beaujolais Nouveau, un vino sencillo que hay que consumir pronto, puesto que empieza a perder cualidades rápidamente, con los grandes vinos del Beaujolais. Por cierto, si va a celebrar la fiesta del vino nuevo, asegúrese de que en la etiqueta aparezca bien claro 2021. Algunos aprovechan para vender el vino del año pasado, que obviamente no es nuevo.
TERROARISTAS.