Bajo el sol de la Toscana 2. Poggio al Grillo y Casale Pozzuolo.

«Y no te maraville que así sea:

mira el calor del sol que se hace vino

con el humor que de la vid gotea».

Divina Comedia Purgatorio, Canto XXV de Dante Alighieri, poeta y escritor Toscano.

La historia de los vinos de Toscana es muy antigua, tanto como la historia. Los primeros elaboradores de la región fueron los etruscos, los antiguos habitantes de Italia. El más famoso de los vinos toscanos es el Chianti, el vino de la mayoría de las pizzerías del mundo en su conocida botella revestida de paja. También la historia del Chianti es antigua; en la dura batalla para ser la denominación de origen más antigua el Chianti presenta sus credenciales. En 1713 Cosimo III Gran Duque de Toscana emitió dos bandos en los cuales quedaba delimitada con precisión el área de producción del vino de Chianti. Sin embargo, los vinos que más páginas han ocupado en los noticieros de vinos y en las publicaciones especializadas, son los vinos elaborados con variedades internacionales, especialmente bordelesas, en la zona de Bolgheri. En los años 70 unos cuantos elaboradores llegaron a la zona, trajeron variedades de uva de las denominadas internacionales y empezaron a elaborar vino de forma moderna. Los vinos pronto alcanzaron notoriedad internacional, sobre todo gracias a Robert Parker. El gurú norteamericano los bautizó con el nombre de “Super Toscanos”, dándoles unas puntuaciones extraordinarias. El precio se disparó, llegando a ser los vinos más caros de toda Italia. Como curiosidad contar que por aquel tiempo salían a la venta como vinos de mesa. A día de hoy existe la DOC Bolgueri, la DOC Bogheri Superiore y la DOC Bolgheri Sasiccaia. Para conocer la calificación italiana pinchar aquí.

Para llegar a nuestro siguiente destino debemos atravesar Bolgheri; los pueblos, los viñedos y las principales bodegas. La carretera más famosa es una avenida completamente bordeada de cipreses enormes, majestuosos, impresionantes. Durante kilómetros la carretera parece la entrada al paraíso. El suave sol mediterráneo nos acompaña mientras dejamos atrás los campos de ensueño, las míticas bodegas que llenan las ensoñaciones de los amantes (del vino), los viñedos rojos y amarillos mudando de hojas.

Poggio al Grillo.

El mejor pescado del mundo es el del Mediterráneo- nos cuenta nuestro anfitrión y dueño de la “azienda”, Alessandro Scalzini. Me gusta el pescado y viajo mucho; nunca he encontrado uno mejor-sentencia.

Nos cuenta esta historia durante la comida, mientras nos sirven los deliciosos productos toscanos y, como plato principal, un gran pez pescado esta mañana muy cerca, en el plácido Mediterráneo. Alessandro era cardiólogo de profesión, su mujer es, en la actualidad, cirujana. En este momento los dos nos están sirviendo la deliciosa comida. La mesa esta vestida con la vajilla que les regalaron en su boda. Nos cuentan que no tienen muchas ocasiones para usarla, y que hoy les parecía el momento ideal. Alessandro se ha jubilado y, después de la fructífera carrera como médico, quiso cumplir su sueño, hacer vino. Tiene la ayuda de su hija Giulia, licenciada en viticultura y enología. La aventura empezó en 2008, con la plantación de 5000 metros de viñedo de la variedad Aleático. En 2011 planta otros 5000 metros, 3500 de Aleático y 1500 de Petit Manseng.

Mesa con la mantelería y vajilla de la boda.

Con uvas de su propio viñedo nace el primer vino, Rosatico (nombre mezcla de rosado y aleático). El viñedo nunca ha recibido ningún producto químico de síntesis. En 2015 elaboran por primera vez, después de muchas pruebas, el primer vino passito (dulce elaborado con uvas deshidratadas a la sombra). Elaboran un vino más, un blanco, con las uvas plantadas por ellos y las de una vieja viña alquilada.

Hemos dado una vuelta por los viñedos antes de comer. Las plantas están llegando a la edad interesante para dar buenos vinos. En la parte alta han plantado unas pocas cepas de Sangiovese. Fuera de la finca está la parcela donde sacan parte de las uvas para el vino blanco. Es una parcela de cepas viejas de más de 60 años. Las plantas, impresionantes, embellecen el valle con su elegancia cansada. Todas están arrugadas y retorcidas, las hojas, amarillas, dan sus últimas bocanadas. La indescriptible hermosura del viñedo viejo.

La bodega no hace vino tinto, casi un pecado para una bodega de Bolgheri. La variedad Aleático es tinta, pero solo la vinifican en rosado o blanco. Una gran variedad para elaborar un gran vino rosado.

Durante la comida catamos los vinos. También un gran “aceto” balsámico, producto de la cantina. Olvidaron una barrica de Vin Santo y, con el tiempo, dio un gran vinagre. No está a la venta, lo mismo que el aceite producido por los olivos de la propiedad, es solo para consumo interno.

Viña vieja de más de 60 años.

Los vinos se elaboraban en una bodega alquilada. A partir de 2015 elaboran en la bodega. Tienen 2 hectáreas, de las cuales solo 1.5 están en producción. La otra media hectárea, de Sangiovese en la parte alta de la finca, y de Merlot, apenas tienen un año. La producción de la bodega es de 5500 botellas. 3500 de rosado, 1000 de pasitto de Aleático y 1000 de blanco.

Catamos los vinos:

Corvallo blanco 2017: Petit Manseng , Trebiano y Malvasía de cepas muyt viejas y Aleático vinificado en blanco. Las viñas de la propiedad son jóvenes, tienen unos 8 años. A las uvas de la propiedad añaden las uvas de una parcela muy cercana a la bodega, propiedad de un vecino. Las cepas de esta parcela tienen más de 60 años. La Petit Manseng es la ultima variedad que se vendimia. Aporta acidez. Las variedades blancas de la parcela arrendada están todavía en experimentación, no se sabe todavía todo su potencial. El vino es elegante, discreto, buena acidez y largo posgusto. Tiene un poco de tanino, igual por la maceración. Me gusta mucho.

Rosatico: 100% Aleático. Riccardo define el color como “cerososlo” (el color de las cerezas no maduras). La variedad Aleático es una variedad noble, no se utiliza para hacer rosado, solo tinto. Elaborar un rosado de esta variedad implica el objetivo de búsqueda de calidad. Muy frutal, con un largo final y una exquisita acidez. Es un rosado de primera. Riccardo lo prueba y exclama-“amo este vino”.

Rezeno, vino passito: 100% Aleático. Las uvas se recogen maduras, en pequeñas cajas de plástico. Directamente se introducen en una sala acondicionada para deshidratar las uvas, a temperatura y humedad constante. Con la pasificación pierdes los aromas característicos de la uva, la oxidación elimina los aromas terpénicos. Tiene 118 gramos de azúcar residual. Es como comer un higo líquido. La acidez, alta, aporta fluidez al vino, que no satura. Vino para consumir en el año. Color granate intenso con reflejos morados, de gran capa.

Casale Pozzuolo, DOCG Montecucco.

Daniele, como buen italiano, habla con todo el cuerpo. Nos cuenta la historia de la hacienda con una pasión que desborda sus gestos y sus ojos. El Casale Pozzuolo se remonta a mediados del siglo XXII, cuando probablemente era la puerta de unión entre los dos grandes castillos de la zona; Castello Banfi, famoso por elaborar un vino de prestigio mundial, y el Castello di Porrona. La casona y los edificios aledaños pertenecen a la familia desde hace cinco generaciones. A finales del siglo pasado el abandono había llevado a la ruina y casi destrucción de todos los inmuebles. Daniele nos enseña las fotos en blanco y negro donde podemos ver los tejados caídos, los muros con los huecos vacíos de las ventanas, los montones de escombro. Con emoción arrasadora nos cuenta que un día prometió a su abuelo, “a suo nonno”, que rehabilitaría la propiedad y que la dedicaría a su quehacer histórico; atender a los viajeros y hacer vino.

Antes de empezar con las obras plantó las viñas. Quedaban diez viñas muy viejas en la propiedad, herencia de las que años atrás cultivaba el abuelo. Todas eran de Sangiovese, la maravillosa uva toscana. La peculiaridad era que ocho daban uvas gruesas, y solo dos eran de uvas pequeñas. De estas diez vides han nacido todas las viñas de la propiedad. Hace 19 años plantó las primeras 5 hectáreas, con la variedad de uva gruesa, con las que elabora el Rosso della Porticcia, el vino de más producción de la bodega. Dos años después selecciono una parcela y plantó una hectárea y media, esta vez utilizando como material vegetal el conseguido de las cepas de grano pequeño. De estas cepas, con un rendimiento de menos de 4000 kilogramos por hectárea, elaboran el Rosso della Porticcia Riserva, unas 2800 botellas que expresan la tierra de donde vienen y el carácter de su elaborador. El manejo del viñedo es respetuoso, nunca han utilizado productos químicos de síntesis. Hacia 2003 empezó con la rehabilitación de los edificios. Tanto Daniele como su mujer mantienen sus trabajos fuera de la hacienda, así que va poco a poco. A día de hoy está casi todo terminado, faltando una ampliación de la bodega. La hacienda ofrece agradables y cómodos apartamentos para dormir.

Situado en lo alto de una colina, la vista se pierde en las ondulantes colinas. La belleza te rodea mientras paseas disfrutando del suave sol otoñal. Asomados en el mirador, admiramos los juegos de colores con los que el caprichoso sol nos premia antes de retirarse a continuar su labor en otros continentes.

Al acabar la pirotecnia solar nos dirigimos a la sala de cata. Visitamos la minúscula bodega donde se elaboran las apenas 20.000 botellas que salen de la cantina los años buenos. Las añadas escasas, como 2017, apenas alcanzan para un puñado de litros. La fermentación del mosto es espontánea, con las levaduras autóctonas de la zona, y se realiza en toneles de madera.

Con el nervio dando saltos dentro de mi, me dirijo a la espaciosa sala de catas. Tengo la suerte de poder asistir a una cata vertical de los vinos de Riserva (Riserva en un vino italiano significa selección especial, por lo general el mejor vino de la casa). Una cata vertical consiste en probar el mismo vino de diferentes añadas. Los vinos artesanales, los hechos con mimo, siempre muestran grandes diferencias debidas al clima específico de cada año.

Los vinos:

Cosecha 2017.

Daniele -Todavía no sabemos si vamos a hacer Riserva, depende de cómo evolucione. Y tenemos la limitación de la cantidad, la cosecha del 17 fue muy corta.

Catamos el vino de los toneles ovalados de roble francés. Utilizan toneles porque no les gusta que la madera robe el trabajo del campo y la expresión del terreno. Pregunto por qué los tanques son ovalados. La respuesta es genial en su simplicidad, ocupan menos espacio. Al ser más altos los vinos decantan mejor. En la propiedad no filtran el vino antes de embotellar. El vino está algo reducido, bastante dulce, muy poderoso, con una gran concentración. El tiempo en madera y en botella domarán su fiereza.

2016 Riserva, muy buena añada en cantidad y en calidad. La fermentación es espontanea, con las propias levaduras del ambiente. No hay control de temperatura. El vino tiene 14% de alcohol y lleva cinco meses en botella. No saldrá la mercado hasta que haya pasado un mínimo de 10. El vino está joven pero redondo, con un gran equilibrio entre el paso de boca y el largo posgusto. Muy frutal, la marca de la Sangiovese son las especias y un tanino sedoso. La añada fue muy cálida pero la acidez es ideal. Un gran vio que envejecerá con dignidad hasta alcanzar su plenitud. Vinazo.

2014 Riserva. Vino en un momento óptimo sin perder nada de su potencial de envejecimiento. Transición de la fruta hacia las especias. La Sangivese nunca pierde la elegancia cuando ha sido bien cuidada. Fresco, rico, interesante, es un vino ideal. Muy bueno.

2013 Riserva. Añada fría, con mucha lluvia en primavera y más calor al final del verano. Está muy cerrado. La Sangiovese en botella se cierra y da aromas de reducción. Oxigenando el vino en la copa desaparecen enseguida. Parece humedad, hay que tener cuidado de no equivocarlo con corcho. El vino es mucho más vertical, con una gran acidez y más vegetal. Recuerda las especias y los pétalos de rosas secas.

2010 Riserva. El vino ha sido decantado. Luego lo tomaremos durante la cena y será completamente diferente. Desde mi punto de vista más ácido y frutal, menos complejo pero más fácil. Comentamos el increíble cambio sufrido por la decantación y como el vino parece más sincero y auténtico directamente de la botella. Al día siguiente, en el trayecto hacia la estación, en el coche de Daniele, me comentará que vio claramente el cambio y que nunca más lo iba a decantar.

El vino es redondo, aromático, perfecto. Gran equilibrio alcohol, acidez, posgusto. Sentimos todos los aromas de una Sangiovese con años: flores secas, tabaco rubio, cerezas en licor, chocolate. Los taninos son suaves y elegantes. El vino esta en un momento óptimo. Un gran vino, a la altura del aristocrático vecino, el Brunello de Montalcino.

¿Se han fijado en el río que se ve desde la propiedad?- nos pregunta nuestro anfitrión. Marca la frontera entre la famosa zona de producción del Brunello de Montalcino (uno de los más prestigiosos y caros vinos del mundo) y la nuestra la DOCG Montecucco. Hemos tenido la mala suerte de estar en la parte pobre. Mis viñas están separadas solo 640 metros de las de Banfi, pero…

Yo pienso que somos afortunados por poder comprar un vino de esta calidad a un precio muy asequible (ha sido un gran hallazgo descubrir Montecucco). Miro a Daniele y veo un hombre feliz, contento de tener la libertad de perseguir un sueño, hacer vino, y de haber cumplido la promesa que años atrás hizo a un hombre mayor al que quería profundamente.

TERROARISTA