Los blancos dan la lata. Una solución ideal para gourmets perezosos.

El Grupo Freixenet nos sorprendió con una original idea. Bajo el divertido título «Los blancos dan la lata» se esconde una propuesta interesante y con una gran proyección.

La propuesta consiste en utillizar vinos blancos del portafolio de Freixenet y buscar una relación satisfactoria con productos de alta gama en lata. Productos estrella de nuestra gastronomía solo abriendo una lata maridados con vinos blancos.  

La cata estuvo dirigida por Custodio Zamarra y el chef del restaurante Zalacaín. Aunque los productos eran de lata, lo cierto es que las tapas estaban muy elaboradas (no era solo abrir la lata y ya), perfectamente equilibradas y de una gran belleza visual.

Estas fueron las propuestas. La intención, buscar sensaciones con las texturas, aromas y matices. El resultado, como ya veremos, fue desigual.
  • Morlanda 2010, 90% garnacha blanca, 10% macabeo, d.o. ca. Priorat.
Tapa: Mejillón en escabeche con cebolla confitada sobre oblea de arroz.
No funciona. Es cierto que el posgusto del vino es más largo pero se vuelve excesivamente maderizado.
Valoración ( sobre 5 ): 2
  • Creu de Lavit, 100% Xarel-lo, d.o Penedés.
Tapa: Crema fría de tomates verdes con ventresca de bonito.
No funciona. El vino es fresco pero débil, la acidez del tomate hace desaparecer el vino, se vuelve acuoso y pierde sensaciones táctiles.
Valoración: 2
  • Vionta, 100% albariño, d.o. Rias Baixas.
Tapa: Berberechos con su agua de cobertura con verduritas.
Se establece una buena relación entre el plato y el vino. Se acompañan perfectamente y, aunque el sabor del berberecho se pierde al principio, vuelve después de tragado el vino. Se complementan pero no logran encontrar espacios de convivencia en la boca.
Valoración: 4.
  • Fray German Sauvignon Blanc, d.o. Rueda.
Tapa: Punta de espárrago blanco con sopa de guisantes.
La presencia de aroma a espárrago en el vino nos invita a pensar en la existencia de un nexo de unión entre plato y vino. La tapa es riquísima. El sabor del espárrago inunda la boca. El vino no compite sino que acompaña e incluso complementa.
Valoración: 4.
  • Valdubón, 100% verdejo, d.o. Rueda.
Tapa: ensalada de habitas aliñadas con menta.
Sin llegar a complementarse totalmente este es un buen ejemplo de buen maridaje. El vino aumenta los matices mentolados y la madera se vuelve más fina y elegante, permaneciendo más tiempo la sensación en boca.
Valoración: Entre 3 y 4.
  • Oroya, Airen, Macabeo, Moscatel. Vino para sushi.
Tapa: Tartar de lubina sobre tosta crujiente de pipas y caviar.
El vino es demasiado plano y débil para competir con sabores como el caviar o los frutos secos. Simplemente desaparece. Refresca por que está frío. No se convierte en enemigo de la comida, pero no aporta nada.
Valoración: 2.
  • Susana Siempre, vino de la Tierra de Mallorca.
Tapa: Pimientos caramelizados con rillete de ganso.
El vino es complejo, con muchos matices, algo bajo de acidez y con cierto amargor final. Vino complicado de maridar. La tapa es dulce y potente. El resultado es el esperado. Nunca la comida puede ser más dulce que el vino. El vino se vuelve amargo y hostil.
Valoración: 1.
  • Katnook Riesling, vino de Australia.
Tapa: Puré de coco en gelatina con aceite de oliva.
Extraordinaria tapa con una original textura y sabor. A pesar de su buena acidez, el vino resulta demasiado plano y falto de matices para competir con el exotismo de este plato.

La propuesta resulta muy interesante y abre la puerta a la fantasía. Intentar maridar vinos con productos que no requieran una gran elaboración en casa es la solución ideal para compromisos navideños, visitas inesperadas y sofisticados gourmets sin ganas de trabajar. Y una solución para bares sin cocinas o tiendas dedicadas a la venta de vinos. Felicitaciones.

Terroarista