En busca del tiempo perdido. Una cata para los amigos de la universidad
Eramos jóvenes y pobres al lado del mar. Nos acostábamos tarde, bebíamos destilados de baja calidad y fumábamos (cosas?) tumbados en la arena contemplando el cielo naranja a la hora de irse el sol. Reíamos y hablábamos hasta la extenuación, cambiábamos el mundo chillando en los bares y aprendimos el significado de la palabra amistad. Más viejos, más sosos y más domesticados nos reunimos de tanto en tanto para beber unos vinos e intentar recuperar aquellos momentos tan intensos.
Estos fueron los vinos elegidos, el orden en el que fueron servidos y unos comentarios generales a modo de conclusión.
- Château Pros 2009, Sauternes, Burdeos, Francia. Variedades de uva: Semillon, Sauvignon Blanc y Muscadet.
- Binner 2011, Alsacia, Francia. Variedad: Gewurztraminer.
- Heymann-Löwenstein Schieferterrassen 2008, Mosela, Alemania. Variedad de uva: Riesling.
- Claude Cazals, vino espumoso sin añada, Gran Cru Blanc de Blancs Brut, Le Mesnil-Sur-Oger, Champagne, Francia. Variedad: Chardonnay.
- André Clouet, vino espumoso sin añada, Gran Cru Blanc de Noirs Brut, Bouzy, Champagne, Francia. Variedad de uva: Pinot Noir.
- Guímaro, Finca Meixemán 2010, Ribeira Sacra, Galicia, España. Variedad de uva: mencia.
- DSG Vineyards, Phinca Encanto 2010, Sierra de Francia, Salamanca, España. Variedad de uva: Rufete.
- Quinta do Vale de Dona Maria, Late Bottled Vintange 2008, Oporto, Portugal. Variedad de uva, todas las del viñedo, generalmente más de 20.
No catamos los vinos de forma rigurosa. Cada vino era presentado con una pequeña introducción sobre las particularidades del viñedo del cual procedía y de la personalidad del viticultor y una corta cata. La intención era dar una guía con las características más destacadas de cada uno para interesar al público sin hacerse pesado. Comíamos a la vez que degustábamos los vinos. Después de muchas experiencias de catas con amigos, dar de comer es necesario. Al fin y al cabo nuestra intención es pasarlo bien.
La elección de los vinos.
Los blancos y los espumosos fueron un éxito. El vino que más gustó fue el Sauternes que tomamos de aperitivo con foie, bien sûr. Los Champagnes Claude Cazals y André Clouet fueron refrescantes y, como siempre, escasos. El más sorprendente fue el Schieferterrassen, con un profundo aroma mineral a hidrocarburo. El vino de Binner era muy curioso, pero después de 11 meses de crianza en lías presentaba unas burbujas un tanto sospechosas y, a pesar de magnífica intensidad aromática, fue el que menos nos gusto.
Los vinos tintos llegaron en mal momento. No gustaron mucho, quizá por un efecto de saturación, quizá por que el alcohol empezaba a afectar nuestras facultades y probablemente por que todos hubiéramos preferido seguir con vinos blancos o espumosos. Corres un riesgo al elegir el orden de los vinos. En este caso no fue el acertado. Dos botellas más de champán ( o 5) o un blanco dulce hubiera sido más acertado.
El Oporto fue un final colosal. Un vino fantástico para las trufas de chocolate y la sobremesa. El vino mejor ubicado en el orden de una cata que buscaba el equilibrio, con dos vinos dulces, al empezar y terminar , dos blancos, dos espumosos y dos tintos que se vió tremendamente descompensada en la parte final con la presencia de los vinos tintos que no captaron la atención de los invitados. Tomamos nota para la próxima.
Compartir con mis amigos sensaciones sensoriales alrededor de botellas de vino, explicar la singularidad de cada propuesta, la euforia final debida al alcohol (y que por fin dejaba de hablar) son momentos únicos, con amigos únicos y vinos únicos.
Gracias compañeros por dejarme los apuntes cuando os los pedí.