“So i understood that your interpretation of the wine depends of your identity, of your soul, of your body. This is how you learnt to taste life slowly. The last drop made me have a tear”. Serge Hochar, después de beber una botella de Château Musar de 1972 bajo un intenso bombardeo en Beirut.
Es fácil encontrar una escusa para visitar París. En mi caso, voy cada año en febrero a una de las mejores ferias de vino del mundo, Wine Paris. La feria actual nace de la unión de tres ferias anteriores que ya existían. Una estaba dedicada a los vinos del norte de Europa, otra a los vinos del Mediterráneo y la otra es la mundialmente conocida Vinexpo. La feria dura tres intensos días, donde puedes probar todos los vinos del mundo (o casi) y la mayoría de los destilados y licores premium (caros y prestigiosos). En un rincón se encuentra el “Bar Infinito”, una barra de muchos metros de largo donde decenas de “bartenders” (camareros con conocimientos de mezclar licores y hacer cocktails) preparan sus mejunjes para el placer del visitante.
Las cifras son abismales, con más de 2800 expositores de vino. Están representadas todas las zonas de producción francesas y vienen productores de otros 32 países, incluida España. Colocados en seis inmensos pabellones, puedes disfrutar de todos los vinos internacionales y locales y de más de 32 tipos diferentes de destilados. El sueño de cualquier bebedor. A lo largo del día, la organización ha programado interesantísimas masterclass, donde invitan a prestigiosos bodegueros, enólogos y sumilleres que nos hablan de sus vinos o de sus gustos, dando a catar a los asistentes todos los productos. También hay charlas sobre todos los aspectos del vino; distribución en el futuro, cultivo ecológico y su importancia para el medio ambiente, el papel de los influencers, ETC. Obviamente, en tres días solo puedes ver una fracción minúscula de la extensa oferta del salón, así que prepárese, si quiere acompañarme hay que madrugar.
La feria internacional que reúne a los mejores productores, catadores y aficionados del mundo. En mi última visita, me sumergí en un viaje sensorial lleno de descubrimientos, encuentros memorables y degustaciones excepcionales. Aquí te comparto algunas de las experiencias más destacadas de este evento imperdible para los amantes del vino.

La cata vertical de Bollinger en formato Jeroboam: Historia en cada sorbo.
Una de las experiencias más fascinantes fue la cata vertical de Bollinger en formato Jeroboam. Para los no iniciados, una cata vertical consiste en probar diferentes añadas de un mismo vino, lo que permite apreciar su evolución a lo largo del tiempo. Ahora, si a esto le sumamos el formato Jeroboam (botellas de 3 litros), el resultado es una experiencia única. Pudimos catar Bollinger de la década de los 80 (1983) de los noventa y de los años 2000.
Cada sorbo de Bollinger revelaba capas de historia y refinamiento. Desde las notas tostadas y de frutos secos de las añadas más antiguas hasta la frescura vibrante de las más jóvenes, cada copa era un testimonio de la maestría de esta icónica casa de Champagne. Un momento culminante fue cuando el enólogo, con una pasión desbordante, compartió anécdotas sobre la influencia del clima en cada cosecha, logrando que cada trago se sintiera aún más especial.

Los mejores vinos de Italia: Tre Bicchieri de Gambero Rosso.
Si hay algo que no podía perderme era la cata de los Tre Bicchieri, los vinos que han recibido la máxima distinción de la prestigiosa revista italiana Gambero Rosso. En un espacio donde se respiraba elegancia y tradición, tuve la oportunidad de degustar algunos de los mejores exponentes de la vinicultura italiana.
La cata incluye los vinos ganadores de cada categoría, en algunos casos acompañados de los elaboradores. Los vinos del año, los más sostenibles, las nuevas estrella, todos estaban representados.
Después podías ir a la Gran Degustación de Los Mejores de los Mejores Tre Bicchieri, donde los elaboradores mejor puntuados te daban a catar sus vinos. Uno de los momentos más memorables fue la conversación con un productor que, con un entusiasmo contagioso, describía cómo su familia ha mantenido viva la tradición vinícola durante generaciones. No era solo un vino lo que bebíamos, sino el fruto de un legado de pasión y dedicación.

La magia de Vinexpo: Profesionalidad y amabilidad en cada rincón.
Más allá de las catas excepcionales, si hay algo que hizo de Vinexpo una experiencia inolvidable fue la profesionalidad y amabilidad de todos los trabajadores de la feria. Desde los sommeliers que guiaban cada degustación con paciencia y conocimiento, hasta los organizadores que aseguraban que todo fluyera a la perfección, la calidad humana fue un pilar fundamental del evento.
Recuerdo especialmente a un joven sumiller que, al notar mi interés en los vinos de Borgoña, me llevó a un stand donde descubrí un Pinot Noir que aún hoy puedo saborear en mi memoria. También la calidez de los productores italianos, que con una copa en la mano compartían no solo su vino, sino su historia y pasión.
Al salir de la feria me siento eufórico y agotado. Habré probado más de 300 vinos cada día. Me suelen preguntar si me acuerdo de todos y, para su sorpresa, la respuesta es sí, me acuerdo de la gran mayoría de vinos que he probado. Es verdad que a la semana ya no me acuerdo de casi nada, solo de los que más me han impresionado (el Lynch-Bayes por ejemplo). El mismo día podría decirles con precisión (todos mis compañeros de profesión podrían igual que yo) las mesas donde ha catado los que más me han gustado.
Parece que ha llegado la hora de ir a descansar, pero no. Fuera de la feria también hay vida, conocida como los OFF. Los OFF son otros salones de vinos o catas privadas que ocurren fuera del recinto ferial. El domingo previo a Wine Paris visite el salón “Hout les Vins” donde un grupo de elaboradores de vinos naturales de toda Europa dan a catar sus preciosos vinos artesanales. El lunes por la noche en la feria varios estands tenían fiestas privadas muy divertidas donde picar algo y seguir degustando vinos. Como pueden comprobar, trabajé duro.
Un evento para volver siempre
Vinexpo París no es solo una feria de vinos, es una celebración de la cultura, la tradición y la innovación enológica. Desde las catas inolvidables hasta la calidez de sus protagonistas, cada detalle contribuye a una experiencia que va más allá de lo sensorial. Sin duda, volveré el próximo año para seguir descubriendo los secretos que cada botella guarda en su interior.
TERROARISTAS.