Ribeiro, Mosaico de Terroir. Parte II. Las variedades.

«Mi vida será uvas ácidas y cenizas sin ti»Daisy Ashford.

A mediados del siglo XXI, la fecha más probable es 1863, un enemigo feroz llegaba oculto en las bodegas de los barcos. Su misión, conquistar Europa y de ahí, el mundo. El primer ataque conocido ocurrió simultáneamente en dos diferentes emplazamientos, Burdeos y Card, en 1968. Rápidamente empezó a extenderse como una mancha de aceite. En apenas 25 años llegó hasta el último rincón de Francia. Dos millones de hectáreas de viñedo habían sido devastadas.

El brutal atacante entró España desde tres lugares diferentes. De forma natural por Gerona como extensión de la plaga francesa, por Portugal ascendiendo por el río Miño y el río Duero y por Málaga, invadiendo todo el levante. El proceso de conquista en España fue bastante más lento que en Francia, aunque indudablemente cambió el paisaje del campo para siempre.

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La filoxera es un tipo de mosca cuyo complejo ciclo reproductivo utiliza como único huésped la vid. El daño principal ocurre en las raíces. Las larvas de la mosca pican las raíces de la planta provocando la aparición de infecciones y ataques de hongos que debilitan y acaban matando la planta. Mientras la mosca destruía afanosa el viñedo y los pobres viticultores buscaban una solución sin encontrarla el descenso de producción francés descendió de 57 millones de hectolitros en 1870 a apenas 27 millones de hectolitros en 1895. Para mantener las exigencias de abastecimiento del mercado interno los negociantes franceses necesitan comprar vino. Mucho vino. Paradójicamente esta situación provoco una edad de oro en el viñedo español. La gran demanda de vino por parte de los franceses provoco la plantación de viñedo en zonas habituales de cereal o de otros productos agrícolas y donde tradicionalmente no existía viñedos como son la Mancha, la Meseta de Requena, el Altiplano de Jumilla-Yecla y algunos más. A principios del siglo XX los franceses ya habían encontrado el método más efectivo para hacer frente a la vid y en consecuencia, dejaron de importar vino. Curiosamente, zonas tradicionales de cultivo de la vid no replantaron viñedo sino otros cultivos más rentables, como el naranjo o el almendro, cambiando la fisonomía del viñedo español en unos pocos años.

La filoxera es endémica, cuando ataca una zona se queda para siempre. La solución encontrada en el siglo XIX es la misma que la utilizada actualmente. La utilización de una planta mixta. La raíz procede de una planta americana resistente a las picaduras de las moscas. La parte aérea, la encargada de dar el fruto, procede de una planta europea. Quitando alguna excepción, como Chile o las Islas Canaris, donde la filoxera no ha llegado, o algunas zonas inaccesibles para el ataque de la mosca, podríamos afirmar que prácticamente todo el viñedo mundial utiliza el modelo de planta mixta para la producción de uva.

 

En el caso concreto de Galicia la plaga entró desde Portugal en 1882, se extendió a través del río Tamega, invadiendo los viñedos de Monterrei, Valdeorras, Chantada y Quiroga, llegando a Ourense en 1887. Debido a las características del clima y las peculiaridades edafológicas (la edafología es la ciencia que estudia la composición de los suelos) la filoxera vio seriamente dificultado su avance. De hecho no se sabe muy bien cual fue la causa real de la destrucción del viñedo en Ribeiro. Distintos estudios apuntan a la posible mortalidad de las plantas a otro enemigo brutal, también americano, el oídio. El viñedo gallego estaba seriamente diezmado por el ataque del hongo. Las ideales condiciones climáticas, en especial la humedad, habían llevado a los viñedos de las zonas más expuestas al Atlántico de la Coruña y Pontevedra a su completa desaparición. Es probable que el debilitado viñedo gallego sucumbiera al ataque conjunto de las dos plagas.

Llegado el momento de replantar, los viticultores debieron tomar una trascendental decisión que marcaría el viñedo para casi 100 años. La zona de Galicia no se había visto beneficiada por el incremento de la exportación de vinos al país vecino. Por un lado los compradores franceses exigían una alta graduación al vino, cosa difícil de conseguir en Ribeiro, y por otro lado estaba muy lejos y los costes de transporte eran caros. Existían algunos viveros en Galicia, pero los grandes viveristas del momento eran de Gerona, y trajeron con ellos alguna de sus variedades.

Cuando llego el momento de replantar en Ribeiro utilizaron un pie americano y como variedad blanca la Listan Blanco o Palomino de Jerez y como tinta la Alicante-Bouschet o Garnacha Tintorera. Las variedades tradicionales, Treixadura, Sousón, Lado, etc. fueron abandonadas y prácticamente desaparecieron.

En los años 90 del siglo XX el 95% del viñedo de Rebeiro correspondía a al Palomino o Jerez (como se la llama aquí) y al Alicante. El vino de Ribeiro se tomaba en cuencos de porcelana blancos, por lo general estaban turbios. La razón de la turbiedad era consecuencia de la utilización de la uva Palomino. La mayoría de los años el vino no alcanzaba el grado necesario para poder guardarse y se consumía rápido y sin filtrar. Los vinos con turbiedad no están en la actualidad amparados y aquellos que siguen vendiéndose como vinos tradicionales de Ribeiro para beber en el cuenco NO están elaborados en Ribeiro. Por lo general son vinos blancos de otros lugares a los que se les añade una sustancia para que parezcan turbios. Son malos, evitenlos.

En los últimos años se ha realizado un gran esfuerzo por parte de los viticultores por recuperar las variedades autóctonas. El tesoro genético estaba milagrosamente preservado el algunos viñedos viejos. La forma de replantar es, en las plantas viejas, se quita el viejo injerto de Palomino o Alicante y injerta una variedad tradicional. La edad del viñedo no cambia, pero si su composición. A día de hoy la variedades autóctonas suponen en 65% del viñedo de Ribeiro.

 

Cesto Coleiro, donde antiguamente recogían uvas y una jarra de una Ola, 16 litros.
Cesto Coleiro, donde antiguamente recogían uvas y una jarra de una Ola, 16 litros.

Las variedades.

Blancas.

El 90% de la producción de uva es blanca.

Uvas blancas autóctonas:

Treixadura, Loureira,Torrontés, Albariño, Lado y Godello.

Uvas blancas autorizadas:

Albilla, Macabeo, Palomino.

Tintas.

El 10% de la producción es de uvas tintas.

Uvas tintas autóctonas:

Tres tipos de Caiño: Longo, Tinto y Bravo. Brencellao, Mencia, Ferrón y Sousón.

Uvas tintas autorizadas:

Tempranillo y Garnacha Tintorera.

 

El patrimonio genético recuperado supone una ventaja competitiva. Son variedades de calidad e irrepetibles con las que se elaboran vinos blancos complejos y con gran capacidad de guarda y vinos tintos elegantes y sedosos. Pueden gustar o no, cada uno tiene su gusto, pero son únicos, están atados a su tierra.