El vino, ¿un negocio francés?

Visité Angers con motivo del 27º Salón de vinos del Loira. El salón reune a más de 500 viticultores, negociants, caves cooperativas, etc. que amablemente te invitan a probar los vinos de la añada reciente. Es la más grande muestra de vinos de una sola región que se hace en toda Europa.

Pero es mucho mas que eso. El salón tiene lugar en el recinto ferial de Angers. Para llegar hasta allí, está a las afueras de la ciudad, la organización pone a disposición de los invitados una servicio de autobuses gratuitos durante todo el día.

Dentro, a disposición de todos los extranjeros que hayan hecho el esfuerzo de ir, hay una salita con te, café y algo de picar para poder descansar.

A lo largo de los tres días que dura el salón, se van organizando clases magistrales de las diferentes variedades de la extensa región vinitícola del Loira, la 3º en producción de Francia.

Se disputan dos concursos, en uno se eligen los mejores vinos del año. El otro es para elegir al mejor sumiller joven de la región.

Denominaciones pequeñas alquilan salas en las que te explican y te dan a degustar una selección de sus mejores vinos. Resulta realmente interesante, ya que la selección de vinos reune varias añadas diferentes  para que puedas extraer conclusiones de como evoluciona cada variedad de uva y su potencial de envejecimiento.  Otras ofrecen un brunch, una especie de almuerzo con bebidas alcohólicas, en este caso vino y espumosos.

Existen varias zonas de cata de libre degustación. La más grande, con unos 240 vinos de todas las denomicaciones, sirve para probar los vinos en los que estas interesado y luego acudir al stand donde están los elaboradores. Vinos de talla mundial representados por variedades originarias como la Chenin o la Sauvignon blanc.

Diferentes asociaciones con viticultores con intereses comunes te ofrecen y dan a degustar los vinos de los asociados. Vinos ecológicos u otros, como la llamada Terrra Vitis, que persigue una agricultura económicamente viable, sostenible y con sueldos mínimos controlados para los trabajadores.

Por supuesto, se pueden probar todos los vinos ganadores de alguno de los premios del año. Copas, documentación, cuadernos de cata… todo lo que se puede necesitar esta puesto a tu disposición. Lo que más llama la atención, por contraste con España, es la amabilidad, el buen trato dispensado, la sensación de comodidad al probar todos los vinos que te ofrecen con una sonrisa. Ellos si han aprendido que la única forma de vender vino es disponer de público que quiera beberlo.

Muchos jóvenes, muy jóvenes, están implicados en el salón. Algunos detrás de los stands, otros ayudando o simplemente probando los vinos. En el país vecino, no solo se siente la ilusión y la alegría y el orgullo por lo que hacen, también entienden que hay que crear tendencias y hacer las cosas bien y educan al público más joven para tener clientes en el futuro.

Alrededor del salón , y casi cada noche, se organizan soirées, fiestas privadas donde se siguen degustando vinos y te invitan a cenar. Este año, abrieron para nosotros, por la noche , el Museo de Bellas Artes de la ciudad. En cada planta un guía iba explicándonos los más interesante a la vez que podíamos deambular por las salas con toda comodidad. Acabamos con una degustación de los vinos y una magnífica cena compuesta por 15 tipos de tapas diseñadas para la ocasión por chefs de la región.

Vino y cultura, vino y alegría, vino y juventud. Filosofía y marketing, orgullo y experiencia, amor por la tierra y viabilidad empresarial. Sin duda, por la calidad de su producción y el saber hacer que hacen del vino francés el referente a imitar. Pero también la comprensión y, en ultima instancia, el saber modelar el mercado creando un público apasionado, como yo, que me vuelvo encantado, sorprendido y admirado.

Estas son las claves del negocio del vino. Un negocio francés.

Terroarista